Buenos días:
Después de la entrada anterior, en la que hice la aplicación práctica sobre la suerte (podéis consultar el primer post abajo, en «Entradas relacionadas»), continuamos con estas tres semanas de fortuna:

 Suerte Acto 7º:  28 de septiembre: leyendo «Luna lunera» de Rosa Montero, descubrí cómo se llama la planta de racimos de flores violetas con aroma dulce de la fotografía.

Como no lo apunté, se me olvidó el término y pensé en releer los últimos capítulos hasta encontrarlo. No hizo falta: para una consulta para mi trabajo, abrí el libro «Arteterapia humanista» de mi maestra, Elvira Gutiérrez, y allí estaba, esperándome: «Glicina«.

 
 
 
 
 
 
 

Suerte Acto 8º: Voy a la pescadería pronto y me encuentro con que vendían la ventresca del atún, manjar que desaparece en cuanto alguien posa los ojos en él. Si no lo has probado a la plancha, te lo aconsejo. Y entenderás por qué lo considero un golpe de fortuna.


Suerte Acto 9º: 2 de octubre. Entro junto con mi familia al hospital a hacerme la resonancia magnética. El escáner de pelvis estaba al lado de los de pediatría, con lo que había muchos niños y niñas y varios carritos como el nuestro. Unos padres nos preguntaron si el nuestro había entrado ya, y vimos sus ojos angustiados: su hijo sí estaba dentro de la máquina, anestesiado (es imprescindible hacer la prueba inmóvil y no es lo natural en un bebé), para ver si le encontraban la dolencia que le afectaba y por la que tenía la mitad del peso mínimo. Les dimos ánimos y pensé en la inmensa fortuna de ser yo, adulta, la que tenía que pasar por eso, porque tengo muchos recursos internos para enfrentarme a una enfermedad. ¡Qué suerte tener un bebé sano! 



Suerte Acto 10º: 8 de octubre Resultados médicos de la prueba: sólo es un mioma benigno. ¡Qué suerte gozar de salud! 


Suerte Acto 11ºMe llega la información sobre una ley que necesito para el permiso de lactancia, en un correo electrónico de una amiga de mi esposo, justo la noche anterior de finalizar el plazo. 

 

Conclusiones (2ª parte):

6ª) La suerte también aparece en los detalles, y fijarnos en ellos nos permite percatarnos de la belleza del mundo.

Un buen plato, un rayo de sol que traspasa las hojas e ilumina el verde, la primera lluvia que deja aroma de vida, una mirada, un libro que nos toca el alma… ¿Agradeces lo que tienes y lo bendices?

7ª) Todo esto carecería de sentido sin aquellas cuestiones que damos por hecho (la salud, el amor de tus familia), y que cuando se derrumban eliminan de un plumazo otras que hasta entonces nos preocupaban y que pasan a caer como las hojas en otoño,  también nos hacen crecer y ser más conscientes

Tener claras tus prioridades y tus valores, encontrar con ello una vida con sentido, una misión, nos hace ser más conscientes y más felices.

8º) Salir al mundo con la creencia de que  tanto él como las personas que lo habitamos somos buenas aumenta los golpes de suerte. 



Todos los seres humanos tenemos en nuestro interior un diamante: si apelas a la parte bondadosa de alguien, si tratas a esa persona que tienes delante como lo mejor a lo que puede llegar a ser (tú incluido-a), la inmensa mayoría de las veces conseguirás que te echen una mano. Una sonrisa y un gesto amable amortiguan el estrés y demás derivados de la vida apresurada actual.

9º) Enfocarte en lo positivo, te puede hacer darte cuenta de que, en realidad, eres muy afortunado-a.

¿Te animas a apuntar tus próximas 3 semanas de suerte?



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Un abrazo:

Virginia Castanedo


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