Buenos días y bienhallada, bienhallado:
Rompo con las costumbres que estaba adquiriendo y escribo una entrada a pocos días de la anterior. Como siempre, he disfrutado mucho elaborándola, espero que os guste (la entrada en sí y la nueva frecuencia).
Vamos a caminar entonces.
(En la fotografía, la estación de FEVE de Bilbao).

El otro día estuve escuchando en www.ivoox.com una conferencia de Luis Rojas Marcos (psiquiatra que figura en mi Galería de famosos, podéis bucear en artículos antiguos de este blog para más datos sobre esta técnica creativa y en esa magnífica página web), y comentó, con la humildad de los-as grandes, que la manera en la que nos tomamos las cosas, qué creencias sobre ellas tenemos y en cómo las contamos influyen en nuestras vivencias hasta determinarlas. A través del lenguaje podemos hacer muchos avances para mejorar.
Hablaba de tres cuestiones que hacen que un acontecimiento de nuestra vida nos marque en mayor o menor medida. (Yo diría más bien, cómo nos marcamos a nosotras mismas cuando reaccionamos de este modo a lo que nos sucede):
1. Permanencia en el tiempo.
Es decir: si tenemos la creencia de que lo que ha pasado es para siempre, eterno, que nunca va a cambiar… también nos estamos alejando de la posibilidad de solucionarlo, dejamos de intentarlo y se enquista.
Por ejemplo: si tengo problemas económicos y digo que «siempre ando igual», «esto no tiene remedio», «voy a seguir así«, añado más leña al fuego.
Si, en cambio, creo que tengo posibilidad de pedir ayuda, de volver a encontrar empleo e incluso de mejorar el anterior… Al tomarme entonces una deuda, el paro o el problema económico que sea en ese momento como algo temporal, puedo coger fuerzas, porque sé que va a tener un final, que luego vendrán las vacas gordas.
Esto es, podéis decir, una verdad de perogrullo. ¡Y cuántas veces se nos olvida la importancia de la actitud! Yo misma me he visto dentro de un laberinto al que avanzaba sin hilo por creer que un problema económico era para siempre… y sólo conseguí agachar la cabeza con tristeza y agravarlo. Ha sido a partir de cambiar mi discurso, en un esfuerzo consciente por depurar mis palabras, cuando estoy encontrando la solución que antes ni siquiera buscaba. ¿Para qué buscar, si siempre iba a estar ahí el problema?
2. Impacto en nuestra vida.
También algo obvio: si es algo que nos toca directamente en nuestros pilares (una enfermedad, una separación, un fallecimiento, etc.), más nos afectará. Es el momento de revisar si tenemos varias columnas para sostenernos o sólo una.
Ahora bien, ¿y las personas que nos tomamos la vida como una montaña rusa, porque todo es importantísimo? Es una trampa para conseguir más intensidad, ¡cuidado!
Por ejemplo: pierde mi equipo de fútbol y estoy triste de verdad; una persona es maleducada conmigo y ya tengo el día torcido (y, en casos graves, además, generalizo: «todos/as los/as jóvenes/las mujeres/ los hombres/ el colectivo al que pertenezca esa persona… son iguales».)… o cualquier telediario.
Sugerencia de actitud: cuando notes que empiezas a alterarte por algo que te pase, piensa: ¿Qué importancia tiene esto en mi vida? ¿Qué importancia tendrá dentro de diez años?
Relativizar las cosas, ponerlas en su justa medida, también nos ayuda a ver y a sentir la vida como una serie de cuestiones por aprender y no como un camino lleno de obstáculos.
3. Culpabilización: me culpo de todo lo que sucede.
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Con la culpa tocamos la realidad con guantes, y al realizar las cosas por ese sentimiento, sólo acumulamos más basura y resentimiento.Si nos creemos responsables de lo que sucede, aceptaremos los daños y el sufrimiento que nos suponga. «Yo me he buscado esto, ahora tengo que pagarlo«, incluso lo que es de otra persona. Como se ve en el esbozo de la parte de abajo: devuelvo las preocupaciones a quien se las cogí., me quedo sólo con lo mío y me hago responsable, no me declaro culpable. Hacerse responsable de algo supone aceptar el hecho, las consecuencias derivadas y tratar de llevarlo lo mejor posible, buscar y encontrar soluciones. Sin lamentarse, sin hacerse mala sangre. Objetivamente. |
La formación de nuestra historia personal, los recuerdos, vienen mediados por cómo los hemos procesado y archivado en nuestro interior.
¿Cómo cuentas tu historia vital?
¿Es una narración de desgracias y de víctimas, de la fortuna que nos golpea? ¿Habla de superación y de optimismo, de cómo aprendiste de lo que te sucedió, de cómo eres ahora mejor persona por eso?
¿Cuál es tu discurso?
¿Qué palabras repites a menudo ? ¿Cuáles podrías utilizar que supondrían un cambio a mejor? ¿Tu manera de hablar es optimista, negativa, derrotista? ¿Cómo puedes mejorar?
Un abrazo.
Virginia Castanedo
Creatividad, Arteterapia y Educación emocional
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Te escucho en hola@elcaminocreativo.com
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