Buenos días:
Por fin de vuelta a casa, al blog. Hoy continuaremos lo comenzado en la anterior entrada, «¿Internet te dispersa?», donde reflexionábamos sobre el uso que damos a la conexión virtual y a las Redes Sociales, de tal modo que podemos vernos favorecidos por multitud de puntos de vista y de temas en los que no hubiéramos pensado, o asaltados y vencidos por tanta dispersión mental.
Internet ahorra tiempo (por ejemplo, en trámites administrativos, compras, etc.), y también te lo quita: ¿cuántas veces te ha sucedido alguna vez que han pasado las horas delante de la pantalla y no has hecho lo que tenías programado?
Cuando nos aburrimos, cuando llega el desasosiego que nos impele a hacer algo, a entretenernos, a crecer, tenemos una vía con dos extremos contrarios:
Puedes buscar más estímulos, más diversiones, más sabor, más novedades, más personas, más vídeos, más… aumentando la cantidad, la rapidez y la frecuencia… o bien puedes concentrarte tanto en el aquí y ahora que cualquier cosa que estés haciendo te parezca fascinante.
Esto se puede entrenar, claro que sí. Os invito a recordar otras entradas antiguas sobre el aquí y ahora, el fluir, como la Monográfico de la vista y los cinco sentidos.
Un ejemplo que nos sirve de metáfora: el cambio a una alimentación sana. Al principio, si vienes de una dieta llena de azúcares, sal, potenciadores de sabor y grasas saturadas, una manzana es insípida, no huele, ni te da una sensación inmediata de placer. Ahora, si perseveras, si continúas concentrado/a degustándola, dejando pasar los pensamientos enfocado en el cuerpo y en la vivencia, masticando despacio sin hacer nada más, tratando de encontrar los matices, los aromas, el frescor, su cualidad de crujiente, la belleza de su color y de su piel, poco a poco las irás amando.
Recuerdo que descubrí de niña que las manzanas rojas, esas que llegan casi a moradas, son más ricas comenzando por la parte de abajo, porque hay mayor concentración de piel sabrosa y menos de pulpa blanca. Y de esto me di cuenta de adulta, cuando una amiga me dijo «qué manera tan rara de comer manzanas«. Claro: si comienzas por el centro, sale lo que ves en la imagen. Y a mí lo que más me gusta es precisamente la parte de abajo, la que en este caso iría a la basura.
Concentrarte es sumergirte en la realidad como quien entra en el océano sin bombona: necesitas atención plena a riesgo de morir.
Como la primera vez que haces algo, con atención porque lo desconoces y no lo has automatizado.
Concentrarte no es vivir una hora, sino un segundo detrás de otro, 360 momentos de atención plena, es meditar con los ojos abiertos. Conectar con la corriente del tiempo y del universo.
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Un abrazo:
Virginia Castanedo
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Ahora que comienzas en Twitter, quería comentar una manera de usarlo que vi el año pasado. Una usuaria se conectaba todas las noches durante una hora y contaba anécdotas personales, alguna era graciosa pero la mayoría eran dramáticas y alguna bastante triste. Sentías que había una persona al otro lado; era muy intenso emocionalmente. Luego, un día dijo que iba a cerrar su cuenta (cometer un suicidio de Twitter) el día del aniversario en que abrió su cuenta. Era parte de una performance, aunque todo lo que contaba eran vivencias personales reales. Es una artista multimedia, interesada en la divulgación de las enfermedades mentales (ella padecía una, no recuerdo si era depresión crónica o bipolar). Todos sus seguidores, durante los días previos a que cerrara la cuenta y el día que lo hizo, mantuvimos una conversación muy interesante acerca de cómo nos había afectado leer sus tuits y diciendo adios. Yo también estoy haciendo un experimento similar (de un año de duración) y me pareció fascinante participar en una obra de arte contemporáneo.
Hola: muy interesante, la verdad. Es cierto que la tendencia en el arte actual es la interactividad real con el usuario, no sólo como contemplador. Twitter tiene más miga de lo que parece.
Gracias por comentar y por tu blog Unodecadavez, que me gusta más cada día.