Buenos días:
Hoy hablamos de otro mecanismo neurótico: la confluencia. ¿Qué es?
3. intr. Dicho de mucha gente o de cosas que vienen de diversas partes: Concurrir en un sitio.
4. intr. Dicho de ideas, circunstancias, propósitos, etc.: Coincidir en un mismo fin.
Según Paco Peñarrubia en la página 127 de su obra «Terapia gestalt. La vía del vacío fértil» de Alianza Editorial, , «Consiste en la pérdida de límites entre uno mismo y el entorno, fundiéndose con lo de afuera. El confluyente es el que se queda pegado, el que confunde identidad con unión, comulgando -sin diferenciación- con los sentimientos, ideologías y conductas del otro o de su grupo de referencia».
Como el feto dentro del útero materno.
Si trasladamos esto a una persona adulta, nos topamos con diversos ejemplos:
aquel que no quiere asumir ninguna responsabilidad y sigue de eterno adolescente con todos sus caprichos cubiertos (más bien niño diría yo),
aquella para quien es más fácil que la digan qué pensar, sentir y cómo actuar que hacerlo por su propia iniciativa,
los padres y las madres que niegan las diferencias : «no sé a quién has salido» (¿Dañas a tu hijo, a tu hija, sólo porque no es como tú esperabas, porque no se parece a ti?),
personas con una fuerte identificación con un grupo, secta o pensamiento, que incluso dan como buenas diversas acciones de los mismos, aún cuando todas las fibras de su ser griten «no».
Seguimos desglosando el mapa mental.
En la parte verde, «analogías«, algunas metáforas para entender mejor el concepto.
Consecuencias y funciones de la confluencia:
– Funciones: el grupo al que perteneces o del que quieres formar parte te acepta, lo que tiene sus evidentes ventajas. No es necesario que pienses: siempre va a haber otras personas que te van a informar de lo adecuado. Incluso resulta cómodo, ya que tú no vas a ser responsable, porque sólo te has montado en su barca y te dejas guiar.
– Consecuencias: claro que, en un momento dado, puede que, sin saber exactamente por qué razón, te sientas frustrado-a, con inquietud… que sientas tirones en tu alma, que algo no encaja, que eso te perjudica o daña a otros-as inocentes.
Hacerse mayor, a cualquier edad, es doloroso y a la vez necesario.
A veces, una enfermedad, una molestia, un desasosiego nos pueden llevar a salir de nuestra zona de comodidad, y eso conlleva incertidumbre, voluntad de asumir riesgos, tu parte de responsabilidad, y sacar todas tus capacidades para salir del cascarón.
Hasta que no te pones a prueba no sabes de lo que eres capaz, que es mucho.
El proceso para salir del laberinto confluyente es la diferenciación, darte cuenta de que tú eres tú, con tus necesidades; y de que el otro es el otro, con las suyas.
¿Eres confluyente? Unas pistas para darte cuenta:
¿Das prioridad a tus necesidades o a las ajenas? ¿Llegas a un equilibrio entre ambas?
¿Te sientes responsable del bienestar de tus seres queridos, de su felicidad?
¿Te replanteas tus creencias de vez en cuando?
Para terminar, si miramos más allá y trascendemos el concepto, en realidad, la confluencia sana es aquella en la que nos hacemos conscientes de que sí somos una parte minúscula y a la vez imprescindible del corazón del universo.
Otras entradas relacionadas:
– Qué sucede cuando no me permito sentir una emoción
– Mecanismos neuróticos: proyección o balones fuera,
introyección o creencias arraigadas.
– Personas autorrealizadas según Abraham Malow: motivaciones, características…
Próximas entradas: el cuarto mecanismo neurótico del que hablaremos: la retroflexión o hacerme a mí lo que no me atrevo a hacer a los-as demás; las causas de la empresa enferma (depresiva, ansiosa…) y las consecuencias para quienes allí trabajan… y todo aquello que vaya surgiendo en el camino.
Un abrazo:
Virginia Castanedo
Creatividad, Arteterapia y Educación emocional
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