Buenas tardes:


¡Ya estoy de vuelta! Hoy, por fin, me he dado cuenta de que tenía algo que decir aquí,así que adelante.


En una sesión de Artistas Bloqueados/as antes de verano salió un tema muy interesante: lo que nos cuesta, a veces, a las artistas ponernos manos a la obra.

N. nos explicó lo que la había pasado: comenzó con un paseo revitalizador por el campo, luego hizo unos recados que tenía pendientes y volvió a su casa decidida a posar la tarde tocando el contrabajo…. y no pudo.

Cualquiera de nosotras podría contar ejemplos similares. Yo misma evito ir a realizar cualquier trámite por ventanilla antes de meterme en el tiempo de la creación.

Ahora bien, ¿cómo compaginar el día a día, las necesarias tareas cotidianas, con la espiritualidad creadora? Como siempre, trabajando a favor de la corriente vital.



La creación supone sumergirnos en un mundo a la vez propio y a la vez universal, sin tiempo, en el que sólo cuenta cada instante en el que estamos creando, en flujo. Y a la vez necesitamos aprovisionarnos de comida, realizar gestiones, etc.


Si separamos estos dos mundos, que en realidad forman uno solo en nosotras mismas, podemos lograr una escisión más o menos dolorosa. Me recuerdo a mí misma hace unos años, no tan lejanos, en los que quería salvaguardar mi faceta creativa del cemento de la oficina, hasta el punto de que no me reconocía, era como dos caricaturas de mí misma opuestas. La gestalt nos habla de eliminar el «pero» y sustituirlo por la conjunción «y«


Soy artista y tengo necesidades materiales. Soy artista y tengo hambre cuando llega la hora de comer. Y tengo frío en invierno.


He hablado antes de ir a favor de lo cotidiano, y puede ser de dos maneras compatibles entre sí además, que suman.

1. Aumentar nuestra conciencia corporal:



 Qué me sucede en este momento, qué veo, qué sonidos escucho, qué gusto tengo, qué siento. Sin juzgar, sólo aceptando. De este modo logramos que cada instante sea más vívido, logramos un continuum atencional. De este modo, voy por ejemplo a renovar el DNI y me fijo en el color verde de los ojos del policía, en que una persona está muy nerviosa y mueve incesantemente el cuerpo, escucho el murmullo de voces que forma una sintonía más o menos discordante, noto los olores, sonrío al funcionari@… y puedo volver con más riqueza vivencial que antes.

2. Lo cotidiano como precalentamiento artístico



Igual que las deportistas realizan unos ejercicios de estiramiento, también nosotras podemos acostumbrarnos. ¿Qué podemos hacer? Como dijimos en la sesión (gracias, chicas):
– Naturaleza: dar un paseo, ver las estrellas, las nubes, flotar en el mar…
– Artístico: ver nuestro archivo de imágenes, escuchar música, bailar, garabatear… (cuidado con leer, puede que nos quedemos en eso).
– Autocuidado: un baño con sales, cocina y comer algo que te guste, mascarillas de barro, sauna…
– Escribir: el papel como fiel amigo.
– Tareas mecánicas: ya hemos comentado otras veces que coser, recortar, plegar papel, cortar los ingredientes… nos abren también puentes a la creatividad.


Y tras un rato de caldeamiento… ¡manos a la obra!
Por cierto, tarea creativa: ¿te atreves a inventarte 5 nuevas fiestas? Fechas, qué se haría, etc. ¿Qué día has querido tener fiesta y siempre te toca trabajar? El próximo día, algunas fiestas propuestas.

Un abrazo. 

Virginia Castanedo

Creatividad, Arteterapia y Educación emocional 
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