Buenos días:


Después de la entrada anterior, donde hablamos del perdón a uno-a mismo-a, vamos a completarla con el perdón a las demás personas (aunque ambas cosas están relacionadas, como veremos).

Perdonar es un acto de generosidad, de aprendizaje y de amor: demuestra que has aceptado el fluir de la vida, que has sido capaz de aceptar el error de la otra persona o el tuyo propio, que eres más grande que ese rencor. Que eliges liberar y liberarte.

Perdonar tiene también dos vías: pedir disculpas y aceptarlas las que nos ofrecen. Dejar de lado la culpabilidad (la que sentimos o la que queremos provocar) para pasar a la responsabilidad de hacernos cargo de las consecuencias de lo sucedido, sin más cargas emocionales añadidas.



No importa si aún no quieres soltar esa ofensa ni perdonar a la otra persona, como todo proceso evolutivo requiere de maduración. Tal vez en un tiempo, (días o años), cuando tu desarrollo personal y tus vivencias en ese momento hagan que aquello que fue tan importante sea ahora algo nimio: en ese momento el perdón sale del corazón sin esfuerzo.

Además de confiar en la bondad del ser humano, en reconciliarnos con la humanidad, de la que formamos parte.

Te invito a que busques un ejemplo en tu vida de alguna vez en la que tú te hayas comportado con la misma iniquidad que aquello de lo que acusas al otro. Es decir: si no quieres indultarle porque traicionó tu confianza, busca un ejemplo concreto de una traición que hayas cometido. 

Y tú también eres más grande que esa herida, demuéstralo concediendo la libertad de las ataduras del rencor.

Piensa cómo te sentirías si fueras capaz de otorgar el perdón (a ti mismo-a o a otras personas) con toda tu alma, sacando todo tu amor y toda tu grandeza.


Busca tu plenitud: cuanto más completa y feliz sea tu vida, más difícil es dañarte y más sencillo perdonar.




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Las próximas entradas: una sobre estas tres semanas en las que he estado apuntando los golpes de suerte y las conclusiones que he obtenido, que me han resultado llamativos; psicogenealogía y más cuestiones que vayan surgiendo.

Un abrazo:

Virginia Castanedo


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