Buenos días y muchas gracias por pasearos una vez más por este blog… espero seguir ofreciéndoos cosas interesantes. De momento, os pido que ampliéis la fotografía de la torre de Mordor (perdón, de Iberdrola) que acompaña al post: tanto las nubes caladas como la columna horizontal eran fascinantes.
Estos días estoy muy creativa, sobre todo con la escritura, y todas las mañanas siento el impulso irrefrenable de llenar varias páginas. Estas las concebí de seguido esta misma semana (un día antes de tomar la foto). Como comprobaréis, la ansiedad es un sentimiento que conozco muy bien… y después de leer lo escrito me di cuenta de que al racionalizar sus tácticas, al menos tal y como funcionan en mí, me he hecho más fuerte.
Vamos allá.
La ansiedad se alimenta de futuros posibles, de aire, de fogonazos, de vendavales con arena y hojas arrancadas. Plantea visiones como espejismos y me las pone delante mientras me golpea y se ríe de mí a carcajadas en un completo y desconcertante silencio. ´
Me echa en cara lo que no soy, lo que debería haber llegado a ser. Cuanto mayores son mis expectativas, más duro me golpea.
Tanto viento no deja aire para respirar, me defiendo a manotazos, no sé lo que hago. Cuanto más me agito, más me envuelve y más se ríe. La ansiedad me recarga como una pila y a la vez me inmoviliza: tanto por hacer, tanto que tenía que estar ya hecho y yo incapacitada. Y la rueda sigue girando hasta la electrocución en mi propia silla eléctrica, por mala, por no haber llegado a ser lo que debería con esta edad que tengo…
Es importante saber que otra de las armas de la ansiedad es su voz: tiene la capacidad de proyectarla hacia el interior de su víctima, hasta encontrar una parte de mí que hace eco de sus voces que destruyen, empezando por lo más delicado y más sagrado: el sentimiento de que soy valiosa, mi creatividad.
La única manera que conozco de pararla es, de hecho, parar yo. Sentarme y proteger mis puntos débiles y esperar que amaine. Para no escucharla, canto, canto y dejo que las lágrimas se deslicen. Me concentro en el tacto de mis manos con mi estómago: soy real, estoy aquí. Respirar con calma, notar el sabor de mi boca, el contacto de la ropa sobre mi piel, el suelo debajo de mi cuerpo.
Para combatir la ansiedad es necesario bajarme a la tierra todo lo posible. Una vez que ha remitido el temporal más grande, hacer algo lo más real y creativo posible: una tarea repetitiva es útil, como recortar fotografías, coser, hacer garabatos… También bailar hasta agotarme para gastar el exceso de energía que ha generado.
Si la escuchas, crece.
Si la ignoras, se aleja después de soplar.
Está preparada para atacar cuando te ve débil, como un buitre, y no la importa esperar años.
Lograr un jardín interior, con la meditación y la paz, donde reconfortarte cuando hay tormenta, y entenderá que es inútil atacar.
Espero que a alguna persona con ansiedad le haya podido servir esta entrada.
La próxima, técnicas creativas.
Un abrazo.
Virginia Castanedo
Creatividad, Arteterapia y Educación emocional
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Te escucho en hola@elcaminocreativo.com
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Me parece una delicia ésta entrada y no sabes hasta que punto me ayuda. Merci, merci, Virgi.