Buenos días y bienhalladas de nuevo:
Estrenamos otoño, estación de tránsito. Nos preparamos para el frío y podemos aprender sobre el cambio y los ciclos vitales. Yo estoy ya esperando la primera lluvia.
Y doy la bienvenida a esta bitácora a Yolanda y a Jonetxu.
Vamos allá.
Hoy vamos a hablar sobre las implicaciones de decir «no», qué es, cómo y cuándo decirlo…
Antes de nada, te invito a que dediques unos minutos a una revisión de tu relación con el «no»:
¿Cuándo ha sido la última vez que has dicho que no a alguien?
¿Qué pasó, cómo te sentiste?
¿Y la última vez que te rechazaron? ¿Cuáles fueron tus sentimientos?
¿Con qué frecuencia dices «no»?
¿Te gustaría rechazar más o menos a menudo?
Qué es el «no»:
El «no» define los límites, e implica respetar a una misma y a las demás personas. Cuando decimos que no a alguien, nos arriesgamos a que esa persona nos rechace, a quedarnos solas. Este es, en muchas ocasiones, el motivo subyacente para aceptar hacer algo que en realidad nos perjudica.
El «no» delimita nuestra individualidad, el amor por nosotras mismas: alejo de mí eso que me daña. Renuncio a eso, acepto aquello.
El «no» habla de mis necesidades, de mis deseos («no quiero eso«). Muchas veces empezamos por saber lo que no queremos, como forma de ir averiguando por eliminación lo que sí deseamos.
Poner los límites con el «no» como ladrillo para construir implica por una parte que estamos dando las medidas de lo que sí queremos. Como dice sabiamente la RAE en una de sus acepciones: Limitar: fijar la extensión y los derechos que pueden tener la autoridad o los derechos y facultades de alguien.

.¿Qué sucede si usamos los límites como murallas, rechazando todas y cada una de las propuestas que recibimos? Pues que nos perderemos muchas cosas y conocer a muchas personas, avanzar en nuestro desarrollo.
Y, en el extremo opuesto… ¿qué pasa si nunca decimos que no, y aceptamos todo? En muchas ocasiones, nos veremos arrollad@s por personas- Atila, que sólo piensan en sí.
Cómo decir que no:
Es muy importante también cómo decimos que no: si lo hacemos desde el respeto a nuestras circunstancias (así como entender las ajenas cuando nos rechazan).
Un «no» a una situación que deseamos lejos, dicho de manera violenta, hace que sea más difícil para todos, y que la culpa se acerque («como le he dicho que no de esa manera me siento mal, es mejor que le diga que sí para estar mejor«, lo que supone una trampa, porque en realidad lo que ha fallado ha sido la manera en la que lo hemos dicho.)
¿A qué cosas decir no?
A las injusticias,
a la maldad,
a querer ser alguien que no somos.
Un abrazo.
Virginia Castanedo
Creatividad, Arteterapia y Educación emocional
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