
Virginia Castanedo
06 de diciembre de 2021
DESBLOQUEO DE ARTISTAS
Desempeñas un trabajo en el ámbito creativo y te apasiona. Necesitas utilizar la creatividad en tu día a día en tu actividad laboral, que tantas satisfacciones te da (¿o te daba?). Con la exigencia del ritmo de vida actual, además, con frecuencia te saltas los descansos y vas de actividad en actividad y no tienes tiempo de disfrutar de la cultura, de no hacer nada, del placer.
Vas posponiendo tus proyectos artísticos personales para “más adelante”, y cuando te quieres dar cuenta, han pasado días… o semanas… o meses sin coger las acuarelas, sin escribir por placer, sin disfrutar de la creación. Nada que no tenga una utilidad directa, rendimiento. Utilizas tu tesoro creativo hasta agotarlo y agotarte. Y un día te das cuenta de que estás tan estresada en el trabajo que estás totalmente bloqueado/a, y ese bloqueo te dificulta hacer bien tu trabajo. Te encuentras en medio del desierto y no hay ninguna referencia, sólo una inmensidad amarilla y azul ardiente.
En ocasiones, las emociones como la ansiedad o el estrés nos aíslan de la creatividad. Al entrar en modo de supervivencia, levantas todas tus defensas, te limitas a hacer lo urgente porque no hay energías para más y acabas exhausto/a. A la vez, al no crear por placer (y por tanto, al negarte esa vía de expresión humana que te nutre), crece aún más la coraza defensiva.
Así, cuando te pones delante de tu caballete, o en tu estudio, no sabes ni qué hacer y todo lo que antes te gustaba tiene sabor de ceniza. Consideras que lo que haces no sirve para nada, que no te satisface, te sientes frustrado/a. Te levantas enfadado/a o triste de la silla y te pones a realizar cualquier actividad para descargar energía. “¡Con lo que me gusta cantar, escribir, dibujar…!”
Estos acercamientos a tu creatividad personal son cada vez más frustrantes, porque sientes que pierdes el tiempo, la paciencia, que nada funciona, nada es interesante. Y, de manera inconsciente, cada vez transcurre más tiempo hasta que vuelves a dedicar una tarde a ti misma, a ti mismo. Cada vez que vuelves, confirmas el desierto, la impotencia, el cabreo o la desgana. Algo del trabajo te vuelve a reclamar y allí vas, evadiéndome de tu vacío. El estrés laboral aumenta y en esta época ya no existe oasis alguno al que recurrir, se ha ido convirtiendo en un lugar ajeno a ti, polvoriento y deshabitado. Ya no puedes utilizar la creación para reponerte, alimentarte y descansar.
Entonces, puede que comiencen las dudas sobre si en verdad te gusta tanto crear o es algo del pasado. Y así, sin darte cuenta, las Dudas sobre tu propia capacidad, que estaban sobrevolando, carroñeras, se posan ante ti y se alimentan de tu confianza.
El bloqueo, la parálisis, el miedo.. Aparecen cuando nuestro/a Artista interior se niega a seguir en las condiciones en las que la has tenido, abandonado/a. “¿Ahora te acuerdas de mí? Pero para trabajar, claro”, dice. Y tiene razón. Sólo le exigimos trabajar, nunca quedamos para darle una alegría y damos por hecho que siempre va a estar disponible. Hasta que un día, nos da un plantón y nos preguntamos qué ha pasado.
Pero es una vieja amiga, un viejo amigo… y te ama. Puedes recuperar tu creatividad como lo harías con una amistad a la que has desatendido. Puedes empezar, por ejemplo, reservando unas horas para algo que te guste mucho y que no tenga ninguna utilidad práctica inmediata, que sea por placer: ir al teatro, a una exposición, a trastear en el rastro, a caminar por una zona verde o la playa o vagabundear por una librería o por una biblioteca.
Para comenzar el proceso de regeneración creativa y volver a crear, es necesario ir poco a poco. Requiere gran honestidad contigo mismo/a y empezar la limpieza. Encontrar los orígenes de tus bloqueos y caminar hacia la resolución. Soltar los nudos, a veces tan antiguos, y dejarlos ya libres de aquí en adelante. Nutrir el jardín interno para que cree vida y apague tu sed cada vez que lo necesites.
La fuente de la que tomas las ideas necesita que se metan dentro nuevas y frescas aportaciones para equilibrar lo que usas y lo que almacenamos para la siguiente ocasión. Es necesario un clima de autocuidado creativo, de gran respeto por ti mismo/a y en diversos aspectos. Siguiendo con el símil del jardín: airear la tierra, abonar, podar, quitar malas hierbas, regar, compostar… y todas estas tareas regeneradoras pueden posponerse porque nunca son urgentes… hasta que se vuelven una montaña ineludible.
Y cuando hemos pasado demasiado tiempo sin cuidarnos, sin crear, sin sembrar, sin absorber obras de otros/as artistas, sin nutrir nuestra inspiración, nos volvemos huraños/as, nos enfadamos con nosotros/as mismos/as, nos exigimos y perdemos la paciencia. Queremos la gloria y el disfrute creativo que hemos alcanzado en otras ocasiones y sólo mordemos huesos raídos. Y cuanto peor es nuestro estado emocional general… ¿cómo llegamos a las horas de la creación? Frustrado/a, vacía/a, triste, apagado/a. O envuelto/a en llamas de ira o entrando en combustión espontánea, desesperado/a.
Y con semejante estado emocional, ¿cómo recibimos cualquier idea interna?
A palos, o la desechamos directamente a la basura. Nuestro diálogo interno empeora y nos dañamos.
¿Cómo podemos salir de este estado emocional? ¿Cómo salir del bloqueo?
El primer paso es tomar conciencia. Si has llegado en tu lectura hasta aquí, ya lo has dado. Es posible ganar confianza en la expresión y en la percepción de la calidad de tu arte, recuperar los días soleados. Volver a crear y a disfrutar, a ampliar tu vida gracias a la expresión creadora, volver a disfrutar el camino creativo, la alegría. Tu vida puede recuperar la luminosidad.
Conseguir un flujo de creatividad abundante requiere tu compromiso contigo mismo/aa de cuidarte y cuidar tu creatividad como un ser altamente sensible. Y recursos emocionales para que, cuando los problemas empiecen a asomar, podarlos, para que el jardín siga bello. La inspiración necesita amor.
Es muy necesario un proceso de acercamiento paulatino y amoroso a la actividad creadora, trabajando las creencias negativas y las excusas y las razones que nos hemos dado a nosotros/as mismos/as . Es frecuente que volver a crear de manera repentina nos suponga frustración, desengaño y otro tipo de emociones desagradables, como tirarte a una laguna helada y darte cuenta de que se te ha olvidado nadar. Y este proceso puede ser amoroso, paulatino y muy gratificante, realizado con tiempo y con amor, y, si así lo quieres, con acompañamiento.
Te hago dos propuestas: para una de ellas es conveniente que reserves 10-15 minutos de tiempo, y para la otra se requiere más tiempo y reflexión. En ambas necesitas un mínimo de algo para escribir y un papel, y recomiendo que añadas, si tienes cerca, pinturas o rotuladores de colores, si bien no son imprescindibles.
“¡Con lo que me gusta cantar, escribir, dibujar…!”
Propuesta corta
Imagina que tu parte creativa, tu Artista interior, es una persona. ¿Cómo sería? ¿Cómo vestiría? ¿Qué cosas haría o diría? ¿Tal vez el aspecto de Yayoi kusama? ¿Amelie Nothom? Prueba a dibujarla (y recuerda que lo importante es que la representación te sirva a ti, no que sea más o menos estética o reconocible para otras personas).
¿Podrías planear una actividad a la que te gustaría ir con tu Artista interior y realizarla?
Propuesta larga. Visualización. Pronto subiremos un vídeo para que puedas escucharlo mientras creas.
Recomendamos reservar una hora en un lugar en el que nadie te interrumpa, y tener algo para dibujar (mínimo, un lápiz o bolígrafo; mejor si añades unas pinturas de colores, acuarelas o ceras, lo que tengas en casa).
Respira con los ojos cerrados, inspirando por la nariz y expulsando el aire lentamente por la boca. Imagina que empiezas a caminar y te encuentras en un lugar en la naturaleza. Contemplas el paisaje a un lado y al otro y notas los aromas que te trae el viento rozándote la cara y moviendo tu cabello. Continúas escuchando los sonidos y percibes el sabor de tu boca.
Te diriges hacia tu Casa interior creativa y vas caminando hasta encontrarla. Llegas ante la puerta y entras, mirando todo lo que hay y percibiendo los sonidos. Te encaminas hacia tu habitación preferida, aquella en la que eres tú misma, tú mismo, y te acomodas a pasar un rato, percibiéndolo y contemplándolo todo.
Cuando así lo hayas decidido y tengas suficiente, deshaz el camino y regresa hasta donde estabas, caminando por los mismos lugares que atravesaste de ida.
Cuando te sientas dispuesta/o, abre los ojos y dibuja tu Casa Creativa y tu habitación favorita.
Al terminar, pon un título y piensa en las cosas de las que te hayas dado cuenta en este proceso.
Puedes escribirme a hola@elcaminocreativo.com o concertar una reunión online gratuita de 45 minutos para contarme tu dificultad creativa actual. Pincha aquí: https://calendly.com/virginiacastanedo/reunion
Gracias por leer hasta aquí, un abrazo.
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