Buenos días:


Ya estoy de vuelta. Me he encontrado con mi tarde libre para atender el blog (por eso he reducido mi frecuencia de publicación), y tenía tantos temas para hablar que no sabía cuál escoger: psicogenealogía y la transmisión de las señales inconscientes dentro de una familia, los ataques de ansiedad (que han sido protagonistas cinco veces durante el mes pasado a uno y otro lado de la galerna emocional), nuestra imagen en internet, cómo poner de acuerdo a dos partes de la personalidad para remar a favor, Ernesto Neto y su fabulosa exposición interactiva que activa la adrenalina en el Guggenheim Bilbao, técnicas de Coaching creativo «El invierno» y «La primavera», el equilibrio entre las raíces y las alas (con ilustración), entrevista a artistas sobre el proceso creativo y otros tantos que esperan su turno, a veces a empujones y con algarabía.


¿Cómo he decidido? Mientras hacía los ejercicios de respiración, y con una tormenta en la calle, he visto la conexión entre dos: la técnica de Coaching Creativo «El Invierno» sirve para tomar distancia de los ataques de ansiedad, entre otras utilidades. Como además es ahora, justo al comienzo de la primavera cuando ha comenzado a ocultarse el sol y a hacer frío, he pensado que había llegado ya su hora, la de salir a hablar en este espacio. Nos gusta sumar, así que adelante.

Zalla esta semana, con el invierno en plena primavera.

¿Para qué casos puedes aplicar esta técnica de Coaching creativo?

Cuando necesitas tomar distancia de algo o de alguien.
Cuando llevas tiempo y tiempo atascado/a en una situación.
Cuando tienes prisa y lo quieres todo ya.
Cuando no sabes si una decisión es adecuada o no.
Cuando tiendes a la compulsión, a la ansiedad, al ahora en bucle constante, al bombardeo de señales.
Cuando te sientes sobrecargado/a, al borde o en el centro del agotamiento.
Cuando estás perdido/a en algún desierto emocional.
Cuando tus sueños te parecen tan lejanos como las aves que emigran.
Cuando sientes que no te quedan fuerzas, y aún así necesitas encontrarlas.
El invierno abre una etapa de introspección, de reclusión buscando el calor, de gastar las mínimas fuerzas para salir adelante en situaciones casi sin recursos, de recurrir a las reservas (de grasa corporal, de alimentos, de emociones, de ideas)… y también de descubrir de nuevo el mundo pintado de blanco, de juegos en la nieve, del placer de los alimentos calientes, del contacto humano bajo las mantas, de reuniones familiares.
 

1. Cierra los ojos, respira profundamente tres veces e imagina que te vas transformando mientras recibes la nieve: eres el Invierno.

 
 (La música de Vivaldi sería genial de fondo). Recorres tus dominios, ves los montes, los ríos, las ciudades, los animales y los seres humanos, los cielos y los océanos. Ves cómo va cambiando todo al paso de tu impulso inapelable. Disfruta de tu reinado y de tu poder. Venciste a ejércitos poderosos como juguetes en tus manos.  

¿Qué dirías si fueras el Invierno? ¿Qué contarías de ti, de dónde vienes, de tu razón de vivir? ¿Qué dirías a los habitantes del planeta? ¿Qué consejo darías ante el problema que te preocupa?
Escribe la historia que has visualizado y haz un dibujo del personaje.
 

2. Elige un área de tu vida  en la que quieras ahondar (trabajo, relaciones personales, amistad, dinero, creatividad, espiritualidad, etc.), y contesta con lo primero que te venga a la cabeza. Si tienes unos lápices de colores para escribir y dibujar, mejor. Puedes incluso utilizar una cartulina negra o azul oscura y pintar o escribir con blanco.

 
Si llegara el invierno a tu vida, ¿qué debería hibernar y esperar un tiempo porque es como un oso: demasiado grande y demasiada energía para funcionar?
¿Qué hojas y qué ramas te convendría podar y dejar sólo la estructura? 
¿En qué detalles permaneces y te pierdes de lo principal?

¿Tienes reservas de alimentación (espiritual, creativa, emocional), igual que los pequeños animales? ¿Cómo podrías tener tu propia provisión de nutrición para épocas de escasez? Por ejemplo, ahorros, o una libreta con frases positivas para cuando estés bajo/a de ánimo, o ideas a desarrollar para cuando no se te ocurra qué hacer, o… Depende del área elegida.

¿Tienes un refugio en el que aguardar la primavera? ¿Cuentas con apoyos de personas que te quieren? ¿Qué puedes hacer para aumentarlos? 


¿Juegas a menudo? Patinaje, trineo, peleas de bolas de nieve, muñecos… Piensa en alguna actividad divertida que hace tiempo que no realizas, y llévala a cabo. 
 

3. Todo a su tiempo; tenemos que aprender que muchas veces deseamos las cosas más rápido de lo que el universo considera adecuado. 

¿Y si congelaras tu deseo y lo guardaras unos meses? 
¿Qué pasaría con él? 
¿Y con tu aquí y ahora?
¿Cómo sería al descongelarse? ¿Tendría la misma importancia?


 Recuerda que la vida es cíclica, y cuando parece que se va a perpetuar el Invierno, le sigue la Primavera.

 
 

Un abrazo:

Virginia Castanedo


Creatividad, Arteterapia y Educación emocional 
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