Buenos días:
Ayer me sucedió algo en la compra que me ha hecho pensar, así que tras darle una vuelta y acordarme de un dibujo que parece hecho a propósito, he decidido publicarlo.
Estaba yo en el supermercado con mi evidente barriga de treinta y siete semanas, y cuando la mujer que iba detrás de mí en la cola para pagar se ofrece a ayudarme y coge el paquete de los seis litros de leche y lo coloca en la cinta transportadora. «No hace falta, de verdad» y ella me responde con un «No me cuesta nada«. La digo que es poco común que echen una mano y que muchas gracias; en ese momento se dio la vuelta la que me antecedía, y para nuestro pasmo, dice que «no hay por qué ayudarte, qué te has creído«.
– Lo sé, sólo que es de agradecer un poco de amabilidad.
– Además, -añadió la mujer que me ayudó- ella no ha pedido nada, ha sido cosa mía.
Estas palabras no detuvieron la catarata de ataque con palabras como cuchillos, y la planté con un: «Señora, a usted no la he pedido nada, ni siquiera conversación«. Se calló tras un par de frases extras, mientras yo me quedaba patidifusa por el daño espontáneo y gratuito.

Llegué a casa pensando que no la tenía que haber contestado nada, y pensé en que todavía me falta bastante para llegar a la sabiduría y a que no me importen los comentarios ajenos.
Al día siguiente la compadecí, porque era evidente que esa mujer estaba por debajo del nivel más básico del amor: como ella era tan desgraciada como para que la ofendiera un acto de generosidad, quería que los demás seres humanos también.
Estaba inserta en el modelo de pensamiento que lleva a la infelicidad y a punto estuve de quedarme adherida a las emociones dañinas y peligrosas, las de bajo nivel, de verme arrastrada al pozo negativo.
Menos mal que, como en el dibujo de abajo, podemos canalizar las tormentas emocionales y mentales y llegar a las orillas de nuestro mar en calma.

Es fundamental, para mantener la cabeza y el corazón en el amor, en las ganas de aportar algo al mundo y de ser felices, leer y conectar con lugares y personas que hacen realidad sus sueños, que están en los sentimientos con los que pueden, puedes, desplegar tus alas para volar. Por ejemplo, en el blog de Orsai.
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Próximo post: el mecanismo neurótico de la retroflexión.
Un abrazo:
Virginia Castanedo
Creatividad, Arteterapia y Educación emocional
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