Buenos días y bienhallada tras el descanso estival:
 
¿Qué tal estáis? Espero que fenomenal, y que hayáis disfrutado cada día. 
 
Comenzar septiembre es una buena excusa (ya que cualquier momento puede ser el adecuado) para la introspección y para comenzar a dar pequeños pasos con los que ser más felices. 
Y en este ambiente pre-apocalíptico con el que nos machacan los medios de comunicación, he pensado que era adecuado hablar de cómo nos preocupamos, para que, al hacernos conscientes de los mecanismos, disminuyamos la frustración y pasemos a ocuparnos de las cosas, de una manera sana y positiva.
 
Es importante que aprendamos a aceptar lo que no depende de nosotras, y a actuar en lo que sí que esté en nuestra mano, siempre desde el amor. 

Qué es la preocupación:

 

La preocupación vive fuera del tiempo presente, igual que la ansiedad (podéis remitirnos a entradas anteriores), y puede venir, entonces, del pasado, y de los futuros posibles. Futuros, en plural, ya que son infinitos, y de todo tipo, desde la fantasía de los cuentos de hadas hasta el fin del mundo con la amplísima gama de posibilidades intermedias que podamos concebir. 
 
Hablemos un poco de cada vertiente:

1. Preocuparnos por algo del pasado 

suele estar muy relacionado con la culpabilidad: palabras dichas de las que nos arrepentimos, actos, omisiones de ayuda, miedos incrustados de la infancia… hechos todos con los que nos ponemos una cadena con la que no nos permitimos avanzar. Para salir de aquí es necesario perdonarnos y hacer lo que esté en nuestra mano para mitigar el dolor que hayamos causado: muchas veces, basta comenzar con la valentía de pedir perdón. 

 

2. La preocupación derivada del futuro 

nos lleva, en casos extremos, a la autotortura en forma de pensar repetidamente en todas y cada una de las posibilidades, creyendo que nos encontrarán prepararad@s para solventarlas, ya que, como previamente hemos pensado en ello, ya estamos mentalizad@s.  

 
Y la energía que generan esos pensamientos obsesivos y parásitos es muy baja y dañina, con ella nos arrasamos el optimismo y nos conectamos con emociones de esa vibración, como son el resentimiento, el odio, el deseo de venganza, la rendición. ¿Es eso lo que queremos?
 
En ambos casos, al estar en el ahora ocupados-as de pasados que no podemos cambiar y de futuros que no podemos controlar, el presente se convierte en pasado muerto, inactivo, en una espiral de angustia que sólo podemos parar conectándonos con nuestra realidad presente.

 

Gozar de buena salud emocional implica saber que, suceda lo que suceda, somos capaces de salir adelante y de ser felices.

 Y esto implica estar conectadas constantemente con el aquí y ahora.
 
Os presento mi primer vídeo en este blog, disculpadme porque hasta ahora tenía bastante miedo a las cámaras y soy novata. Confío en que, con vuestras sugerencias, vaya haciéndolo cada vez mejor. 

En próximas entradas, más dibujos sobre la culpa,  técnicas creativas aplicadas y muchas más cosas.

Un abrazo. 

Virginia Castanedo

Creatividad, Arteterapia y Educación emocional 
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