Buenos días y bienhallado, bienhallada:
Antes de nada, gracias a Lluvia de ideas, nueva suscriptora del blog. Confío en que te sigan gustando y siendo útiles los posts.
Como prometí en la anterior entrada, hoy continuamos con los diferentes niveles del amor:
El amor requiere práctica y madurez, desprendernos de nuestra armadura racional que supuestamente nos protege del dolor (y también de su otra cara, el placer y el amor).

Si partimos del esquema, empezamos por la parte de abajo, el nivel básico: «no desear a nadie lo que no deseo para mí», es decir: sublimar el ansia de venganza y querer que las otras personas tengan también su porción de felicidad.
El siguiente nivel del amor habla de anhelos, de deseos (es decir, no requiere un compromiso activo de actuación, es un modelo mental): Desear el bien a otras personas.
Si partimos de una actitud más egoísta, podemos desear al prójimo aquello que nos haría felices a nosotros-as; es decir: como yo quiero, por ejemplo, una pareja, considero que el resto de las personas también. En este caso, no tenemos en cuenta las necesidades de los-as demás. ¿Y aquellos-as que prefieren ser impares, o quienes ya tienen pareja y precisan de otras cuestiones?
Puedes repasar el proceso en el mecanismo neurótico de la proyección.
Aquí llega el siguiente punto: tener el cuenta al otro, a la otra, ponernos en su piel y en sus zapatos, preguntarle y escucharle con amor: ¿Qué quieres? ¿Qué necesitas?
En muchas ocasiones, dar a todos-as lo mismo es injusto: ¿para qué quiere un millonario 500 euros? Y puede ser la diferencia para que otra familia, ese mes, duerma bajo techo. Por eso considero importante que el reparto de la riqueza se base en la solidaridad y a las necesidades y no en base a los números.
Dejar el egocentrismo y salir hacia afuera, hacia el otro-a, mirarle a los ojos y más profundamente al alma.
Pasamos entonces incluso, a dar lo que sí que necesito para que otra persona, más apurada, pueda beneficiarse. El amor madura de este modo.
Sin apuntar en una lista lo que he dado para después reclamarlo. Entregar tu tiempo, tu cariño, tu esfuerzo, para que otro-a sea más feliz, y encontrar en el acto mismo tu recompensa.
Y el nivel superior, al que todos-as aspiramos y por el que, en realidad, vivimos: que haya alguien, en algún lugar, una persona que nos ame tal y como somos, por lo que somos. Para ello, también tenemos que ser capaces de amar a otros seres humanos de ese modo.
Toda una aventura.
Un gran sabio universal, ( y una referencia mítica para las personas gestaltistas),
Claudio Naranjo, habla del tema:
Me he basado como punto de partida para el mapa en el capítulo «Amor» del libro «Treinta palabras para la madurez» de José Antonio García-Monge, y he ampliado hacia lo que consideraba necesario.
Otras entradas relacionadas:
el odio, valores personales, personas autorrealizadas,
Un abrazo:
Virginia Castanedo
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