Buenos días:


Con el magnífico Cascanueces de Tchaikovsky de música de fondo para energetizarme (pruébalo a volumen alto y déjate llevar), pasamos a la nueva entrada del blog, sobre un término de moda que en realidad es muy antiguo: procrastinar* o dejar las cosas para mañana.

He leído que es un síndrome, que hay personas que «no pueden evitarlo» y muchas más cosas. 

En mi opinión, procrastinar o no es una cuestión de disciplina, responsabilidad, prioridades  y de una buena o mala Gestión del tiempo. 


Os remito al artículo humorístico de un periodista y escritor que admiro: Jaime Rubio como introducción a este post. Asumo el riesgo de que te rías tanto que se te olvide volver a este punto de partida. 

¿Qué sucede cuando tenemos que realizar una tarea? Elijamos dos situaciones opuestas y complementarias: completarla en ese momento o dejarla con un «ya lo haré«, sin fecha, y pasamos a las ilustraciones hechas para la entrada.


1. ¿Qué sucede si lo dejo «para mañana»?

Que las tareas se van acumulando, igual que los objetos, hasta alcanzar un volumen que sobrepasa tu capacidad en ese momento. Se ha completado el círculo: ya tienes excusa


A esto sumamos una serie de emociones negativas relacionadas: sentimiento de culpabilidad, malestar, ansiedad, sentimiento de minusvalía por incumplir tus promesas, estar enfocado/a constantemente en lo que tienes que hacer en vez de en el aquí y ahora, con la consiguiente escisión emocional…


Postergar sale caro emocionalmente hablando. Pregúntate si merece la pena seguir así o hacer un pequeño esfuerzo para cambiarlo.

1. Rompe el círculo vicioso: analiza tu actitud y tus actos desde la sinceridad y a comprensión. En el momento en el que lo pasas a tu conciencia, ya has dado en primer paso para cambiar. 
2. Elige algo pequeño para empezar a hacerlo ahora. Se extenderá poco a poco y ganarás calidad de vida.
3. Encuentra la motivación.

¿Qué sucede si hago las cosas al día?

Aumento de tu autoestima: haces lo que te propones, cumples con tu palabra. 
La certeza de que eres de fiar, una persona en la que puedes y pueden confiar.
Sensación de satisfacción por lo realizado, que acompaña la finalización de cada tarea.
Ganas eficiencia
Sabes que puedes adquirir nuevos retos personales, porque cumples.
Ganas tiempo para planificar y centrarte en lo que es importante para ti.
Te haces protagonista de tu propia vida.
Te conectas con tu mejor yo, con las emociones positivas.

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*La RAE dice que viene del latín, y es verdad. También lo es que ese término ha llegado por influencia anglosajona, como tantos otros. Entraría entonces en la categoría de barbarismo, en su quinta acepción («Extranjerismo no incorporado totalmente al idioma«.)


Un abrazo:

Virginia Castanedo


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