Buenos días:


Hoy vamos directamente al meollo:

¿Qué son los introyectos? Un mecanismo neurótico con el que nos impedimos la realización personal y que fomenta el desequilibrio interno. (En la terapia gestalt hablamos de mecanismos neuróticos,  Freud de mecanismos de defensa. )

Las personas autorrealizadas han trascendido y asimilado de manera positiva los mecanismos neuróticos y tú también puedes, comenzando por darte cuenta de su funcionamiento y buscando en tu interior.
 
Puedes identificarlos fácilmente buscando los «deberías» o «debo» con los que jalonas tu vida, o bien, si quieres ahondar más, buscando las frases repetidas (y las normas no expresadas pero que sí se vivían) de las figuras fundamentales de tu infancia, como padre, madre, abuelos-as, maestros-as, etc. ¿Te animas a hacer una lista detallada? Probablemente te sorprendan muchas de las cosas que salgan.
 
Aquello que escuchamos en la infancia forma parte inveterada de nuestro alma, y su influencia puede durar toda la vida. En muchas ocasiones, ni siquiera nos hemos parado a pensar si esas creencias continúan siendo válidas en nuestro aquí y ahora (lo veremos en la parte final del post).
Los introyectos son como balones gástricos: ocupan sitio y no alimentan; como el colesterol que obstruye las arterias y no deja pasar la sangre renovada.
 
Suelen empezar por amor a la persona que los dice (para quien puede ser una creencia positiva), y porque, mientras estamos creciendo, asumimos como nuestro lo que captamos del ambiente.
 
Un ejemplo personal desarrollado y verídico de introyecto: «si descansas eres una vaga, tienes que estar siempre haciendo algo útil. «
Esto viene de una época en la que era necesario un trabajo constante y coordinado, junto con la crianza de un gran número de hijos e hijas sanos que ayudaran a mantener el hogar, (sin lavadora ni congelador ni pañales desechables ni ninguna de las comodidades actuales). Como mis bisabuelos-as y abuelos-as (y posiblemente los-as tuyos-as), que pasaron una guerra y necesidades en diverso grado. 
 
Ahora, desde el siglo XXI y desde mi aquí y ahora me planteo: ¿me hace falta a mí este ritmo incesante? 

¿Es una norma inconsciente y arraigada que me hace crecer o que me limita?

 
 Como todos los mecanismos neuróticos, tiene una parte positiva y otra negativa. Analicémoslas (te invito a que lo hagas con tus introyectos):
 
Pros:
– Me ha servido a lo largo de mi vida para estudiar y trabajar a la vez, y por tanto a lograr mis objetivos y a ser más próspera. 
– También he podido continuar pintando, creando y escribiendo pese a disponer de poco tiempo, lo que me ha llevado a grandes satisfacciones.
– Recibo halagos de mis familiares más queridos: «Virginia siempre tan trabajadora«, etc. Con ello, me integro más en el núcleo genealógico.
– Etc.
 
Contras:
– He pagado en salud, con problemas de espalda por sobreesfuerzo continuado. No he aprendido a escuchar a mi cuerpo cuando necesita descanso.
– Soy consciente de que la creatividad necesita de descanso, de aburrimiento y de desconexión (sobre todo cuando la norma familiar incluía el leer como hacer el vago, de veras).
-Para completar el ciclo vital, el descanso es imprescindible. Romperlo es perjudicarme.
-Etc.
 

Si hay una parte que te nutre, quédatela. Revisa la otra, la perjudicial, y sobre todo, busca las alternativas que sí que deseas: cuando dices «no» a algo, es el primer paso. Ahora, del resto del abanico de posibilidades, ¿cuáles deseas?

 
En próximas entradas, un mapa mental sobre el amor según Boris Cyrulnik y más mecanismos neuróticos, como la deflexión, la retroflexión, etc. Además de todo lo que vaya surgiendo por el camino.

Un abrazo:
Virginia Castanedo

Creatividad, Arteterapia y Educación emocional 
Sesiones individuales y grupales
Te escucho en hola@elcaminocreativo.com
679 664 693