Buenos días y bienhallado, bienhallada: 
 
Comenzamos este post que va a tener un gemelo complementario positivo, la próxima entrada. Esta que estás leyendo contiene, simplemente, unas indicaciones que pueden hacer que salten algunas alarmas. 

¿Preparado-a para un auto-análisis de tu manera de pensar?

En la ilustración de abajo aparece el muestrario general de las posibilidades de enfocar la vida, desde la neutralidad del centro de la zona de comodidad hacia el odio o hacia la felicidad, formando entre ambos el camino vital.
 
 

En la mayoría de las ocasiones eres tú mismo, tú misma, quien está obstaculizando tu propio camino hacia la felicidad, con actitudes que te conducen a una sensación de amargura, de pesadez, de resentimiento, de envidia… Conectas con tu peor yo, con aquella parte que es nuestra sombra y que nos permite tener el lado luminoso y aprender. 

Te invito a que elijas un acontecimiento vital reciente que te haya supuesto sufrimiento, y que analices tu actitud con valentía.

¿Cuándo sabes que tu pensamiento es negativo y puede dañarte y herir a otras personas?

Cuando eliges, de toda la realidad, la parte más sucia y hedionda, con lo que te estás entrenando para omitir lo hermoso. Y pronto te encontrarás con un día a día cada vez más negativo.
 

Cuando te quejas sin fin, cuando no aportas soluciones. 

 
Cuando te conviertes en plañidera profesional, lo que te perpetúa en tu situación.
 

Cuando tus emociones tienen una carga baja y negativa, y se mueven entre el asco, la indiferencia, el odio, la ira, la agresividad, la tristeza estéril

 

Cuando te niegas al cambio

La vida es evolución y cambio, y, por tanto, puedes acabar peleándote con todas y cada una de las cosas que suceden en tu existencia, sin conseguir a cambio nada más que frustración, rencor y agotamiento.

 

Cuando te dejas guiar por el miedo paralizante o agresor.

 
Cuando justificas el mal que haces con razones perversas como «si no lo hago yo lo hará otro-a», o «prefiero fastidiarme yo, pero que esa persona tampoco gane», o tantas otras.
 
Cuando te enganchas al juego del poder generado por el odio y los sentimentos negativos y no quieres ceder, aún a sabiendas de que será una victoria pírrica.
 

Cuando te guías por el orgullo y por el ego.

 
Cuando es más fácil decir «no» a todo y criticar que moverse y aportar el cambio.
 
Cuando no quieres ser el primero que ceda.

¿Te reconoces en alguna actitud? ¿Y qué ganas tú con ello? ¿Eres acaso más feliz?

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 Porque tú sabes, en tu fuero interno, si una decisión es correcta: aquella en la que encuentras la paz interna y la llevas también a los-as demás. Porque cuando tomas tu mejor parte, y eres capaz de perdonar y de aportar soluciones desde el amor, eres verdaderamente grande, porque eres humilde.

 
Estos pasos  los veremos en la próxima entrada, con otro dibujo alegórico.
 
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Espero que te haya gustado.

Un abrazo.

Virginia Castanedo

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