Buenos días:
Espero que mayo os esté siendo propicio. Es uno de mis meses favoritos: cumplo años, es primavera, es muy largo…
Esta semana toca el olfato, y ha coincidido con un Concurso de Jardines en Bilbao. Hoy pongo las fotos del jardín ganador. Disculpadme, no tomé los datos del artista jardinero, la próxima vez que vaya a verlo lo haré. Y una de las referencias olfativas tiene que ver de manera directa con él o ella.
Domingo 3 de mayo:
11:14 Profundo olor a desinfectante en las calles por la brigada de limpieza tras la noche del sábado. El olor llega hasta el fondo de mis fosas nasales.
11:24 me como una manzana que baila entre lo dulce y lo ácido. No huele. (Igual tiene razón Serrat, ya lo dijo en una canción como Verdad).
Brisa. Mi pelo desprende el aroma embriagador de la henna.Recuerdo las palabras de un hombre: «Tu pelo huele a miel», asombrado. Y me evocó las Mil y una noches y poemas de amor antiguos. En este caso, la mente me jugó una buena pasada.
11:35. Voy fotografiando los jardines del Concurso. Foto al jardín ganador, fabuloso. Es la segunda vez que lo he comtemplado, y le hubiera otorgado el premio sin ver los demás. (Una vez visto, confirmo mi pálpito). Es un paisaje abstracto, la representación de un plano altométrico, pero vivo, con cactus fálicos cubiertos de vello blanco y un aroma que me atrapó desde lejos, hechizándome, a flor natural, dulce, potente, que llegaba hasta la zona superior de mis fosas nasales y eliminó todo pensamiento, como el incienso.
Y que de ese desierto pudiera salir una fragancia tan potente… era una situación tan contradictoria, tan asombrosa, que me tocó en el espíritu.
La segunda visita fue una vuelta a la realidad: habían rodeado el jardín de vallas, había un coche de la policía autonómica custodiándolo… Decepción. Y al cerrarse las pequeñas flores rosas alargadas, sin olor ya.
Una chica critica la decisión del jurado. Lamento que no se sumergiera en ese aire repleto de vida mientras sus ojos contemplaban un desierto.
Me gustaría ser capaz de expresarlo con palabras.
12:17 En el metro, delante de una niña que habla sin parar. Me llega de repente el olor a niño-bebé. Dice que se llama Adriana. Los niños siempre me hablan, me saludan y me miran. Es una mezcla de mantequilla y de sudor humano junto con colonia infantil.
17:52: un hombre obeso pasa a mi lado. Huele a bar su chaqueta de ante, o él mismo: puros, sudor.
Un abrazo.
Virginia Castanedo
Creatividad, Arteterapia y Educación emocional
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Oh, ojalá pudiera oler ese jardín.
Yo a veces huelo a incienso cuando voy por la calle o en el trabajo. Pienso que son ángeles recordándome que no estoy sola. Pero tampoco me puedo fiar mucho de mi nariz, que mi sentido del olfato va y viene.