Buenos días: 

¿Qué tal has pasado la semana? ¿Ha empezado ya la primavera a mostrarse en los brotes verdes brillantes y en algunas flores tempranas? O tal vez el invierno siga imponiéndose allí donde vives: todavía le quedan unas semanas. 

Vuelvo con energías recuperadas a abrir un nuevo tema en el blog,  además del Emprendizaje y las vivencias, para tener una nueva vía de canalizar mis inquietudes (y confío en que las tuyas). 

Vamos a hablar de emociones. 

Los seres humanos tenemos la tendencia natural de encontrar el equilibro, la homeostasis, defendida por el magnífico  Abraham Maslow (Psicólogo humanista conocido por su Pirámide de necesidades, y cuyo meollo,  como un iceberg, está bajo la superficie. Puedes (re) descubrirle en cualquiera de sus libros, tan positivos como «La personalidad creadora«). Hablamos en otras entradas del blog del camino a la felicidad.

 Este anhelo de ser feliz, de aceptar quién eres, cómo eres, de vivir en paz contigo y con el mundo y que se consigue mediante la meditación, el autoconocimiento, la aceptación del fluir…

Paralelamente y a la vez, están las emociones que aparecen cuando está en juego la supervivencia, que nos sirven para adaptarnos y regular los acontecimientos y cómo los vivimos desde nuestro interior: la ira, el miedo, la alegría, la tristeza… y he incluido también el asco, tanto  de origen físico como espiritual, cuando, por ejemplo, nos vemos entre la espada y la pared por hacer algo que va en contra de nuestra ética o de nuestra humanidad. Creo que, si llego a hacer el mapa mental ahora, hubiera puesto el amor en su lugar.
 

Luego aparecen las emociones mixtas, como el odio (mezcla de rabia, deseo de venganza, frustración, maldad…), los celos, etc.


En todo caso, las emociones tienen varias fases: 
1. Conexión y alerta. 
2. Desarrolllo. 
3. Calma:
4. Meseta. (Y vuelta a empezar con la siguiente).



Las emociones fluyen para ayudarnos a nadar en la vida. 


En el caso de la ira, en la fase 1 te enciendes con algo que sucede, aumenta tu ritmo cardíaco, la sudoración, los músculos se preparan para la acción; seguido de la 2, en la que estallas, gritas, haces daño (hacia afuera o hacia ti mismo/a). Luego llega la calma, fase 3, se termina la tormenta, haces balance. Bien canalizada, la ira es una emoción que nos da energía para luchar contra las injusticias.

Los desequilibrios emocionales, como se ven en la tabla, aparecen cuando, por exceso o por defecto (anhedonia o incapacidad de sentir), nuestros sentimientos no se corresponden con el estímulo. 

Por ejemplo: cuando me enfado por todo, cuando me da asco lo que es bueno para mi cuerpo (verduras) o me obligo a consumir algo que sé que me daña (adicción al tabaco, alcohol, drogas, etc.), cuando me alegro al recibir una noticia dolorosa y de pérdida, negando la realidad; cuando tengo miedo a cosas/situaciones, etc. que me impiden llevar una vida normal; cuando la tristeza habita en mi alma aún en una época objetivamente positiva para mí.

¿Y tú?  ¿Reconoces tus emociones? ¿Las aceptas?

En próximas entradas, el alfabeto emocional o ¿Cuántas emociones puedes nombrar?, los secuestros emocionales, emprendizaje, etc.


Un abrazo:

Virginia Castanedo
Creatividad, Arteterapia y Educación emocional 
Sesiones individuales y grupales
Te escucho en hola@elcaminocreativo.com
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