Un cartel en un colegio en Bilbao la Vieja, donde hago voluntariado: «Pozik bizi nahi dut/ Quiero vivir feliz«.

Buenos días y bienhalladas de nuevo:


Antes de nada, gracias a los nuevos miembros: Alvarito, Guillermo y Johnny, y a Nagore por sus comentarios.

Es un alivio encontrarme de nuevo escribiendo aquí, pensaba que nunca iba a llegar el momento de escribir otra entrada del blog… he estado en sequía creativa



Irónico para alguien cuya gran parte de su desempeño profesional consiste en mostrar caminos para reactivar la creatividad… O no tan irónica, ya que en estas etapas todas las personas hemos caído, caemos de manera regular. Entonces he decidido analizar cómo he llegado hasta aquí y aceptarlo y contároslo. Una confesión en toda regla. Este proceso de análisis me está sirviendo mucho, espero que también a quienes estáis al otro lado.

Empezó un día, hace semanas, cuando un día me desperte agotada,me dejé dormir media hora más y como no me daba tiempo a todo, decidí no meditar. A fin de cuentas, sólo iba a ser ese día y tenía una razón de peso.

Unos días después, había roto una costumbre arraigada que me ayudaba a centrarme y a vivir con amor.

Como tenía menos energía, entre otras cosas porque no canalizaba mis altibajos emocionales con la meditación, empecé a comer más. Me sentía pesada, porque no era alimento de ese tipo lo que necesitaba. Y dejé de hacer otras cosas con las que también me sostengo, como collage, escribir en mi libreta de ideas, sacar fotos, relacionar ideas, dibujarlas, redactar el libro… Demasiado cansada.

Claro, llegaba la noche y no podía dormir: había pasado el día vegetando, agotada, sin hacer nada que me gustara, aburrida, desesperanzada… y dormir implica aceptar el transcurso de la vida: un día perdido más, etc. Y no conseguía conciliar el sueño, perdida en mis pensamientos obsesivos de «no puedo», el sentimiento de culpa, hasta que me dormía de madrugada…

Y así empezó la espiral de la renuncia al autocuidado, bajando cada día un escalón más hacia el desánimo y la depresión.

Cuando intentaba ponerme a pintar, dejaba los utensilios, asqueada, inutilizada por mí misma. ¿Cómo pretender correr un maratón sin haberme entrenado a diario? Pues lo mismo. Había renunciado, lenta e inconscientemente, a todo lo que amo: ¿y quería ponerme a crear?

La imagen de abajo muestra lo que sucede cuando no se limpia una gota de pintura que se cae: que cuando queremos limpiarla, necesitamos un zafarrancho de detergentes y bayetas.





Así que he decidido empezar a subir los escalones de la motivación lentamente, igual que los he ido bajando. Primer paso: la entrada a este blog. Segundo paso: meditar. Tercer paso: coger el lápiz para hacer un boceto.

Ya correré el maratón artístico cuando me haya entrenado.

¿Y tú? ¿Subes la escalera de la motivación o la bajas?

Un abrazo. 

Virginia Castanedo

Creatividad, Arteterapia y Educación emocional 
Sesiones individuales y grupales
Te escucho en hola@elcaminocreativo.com
679 664 693