Buenos días de febrero:
Aquí están las raíces descubiertas de una palmera de unos cinco pisos de alto… hechas a base de cientos de filamentos mínimos que sostienen varios metros de alto… exactamente como las microacciones, o cómo conseguir lo máximo partiendo del mínimo esfuerzo. (Podéis consultar en anteriores entradas).
Una semilla no se plantea ser un árbol gigantesco, sólo se dedica a crecer un milímetro cada vez, absorbe el agua, los nutrientes, crece hasta que sale de la tierra, disfruta el primer rayo de sol sobre su reciente verde… y cuando los seres humanos que la miramos queremos darnos cuenta, es un árbol tan grande que nos detenemos. La semilla se ha limitado a hacer lo que mejor sabe, a desarrollarse, a vivir…
Muchas veces las personas, en especial en el terreno creativo, queremos ser directamente un árbol… lo que, como visión inspiradora es estupenda, siempre y cuando no nos impida asomar la primera hoja brillante y verde de la tierra y disfrutar del proceso.
En ocasiones nos ponemos unas metas tan altas que nos bloqueamos a nosotras mismas. Unos ejemplos: una artista plástica que no coge los pinceles porque quiere hacer siempre una obra buena y definitiva; una escritora que no comienza con el primer borrador de los personajes de una novela… porque si la obra va a ser mala, prefiere no hacerla; un músico tan perfeccionista que ya ni siquiera disfruta de tocar la guitarra….
¿Eres una artista realizada? Si disfrutas con tu obra, si tienes varias empezadas, si haces polinización de las diferentes artes (es decir, si además de cantar compones y pintas, por ejemplo), si tu fuente de ideas es inagotable, constante, sonora y fresca, si eres feliz, si tienes tiempo y espacio suficiente para llevar a cabo tu obra, si te alegras de corazón de los éxitos de las demás artistas y disfrutas con sus aportaciones, si descansas y estás llena de energía, si eres básicamente feliz…
¿Estás bloqueada creativamente? ¿En qué nivel de bloqueo creativo te encuentras?
El nivel cero y el que más dolor causa: La paralización creativa. Cuando ya no creas nada, cuando estás segura de que no merece la pena realizar tus sueños, cuando no has olido una témpera ni sentido la vibración que empieza en la garganta y que se extiende por todo el cuerpo cuando cantas… Cuando la frustración ha hecho mella en ti de tal modo que te sientes básicamente desgraciada.
Otros niveles: cada persona es un mundo en este caso: desde el artista consagrado que rasca apenas ideas con sufrimiento porque su fuente se ha secado, hasta el principiante que asoma tímidamente por el papel. Tú decides en qué parte del camino estás.
Ante en nivel cero ¿Qué puedes hacer? Primero, prepararte para un apasionante camino que se abre ante ti… y mirar la raíz de la palmera. Vamos a empezar paso a paso.
Necesidades básicas: ¿qué es imprescindible para ti para sobrevivir? Puede ser alimento, descanso, un techo, ejercicio físico, sexo, seguridad… ¿Te animas a hacer tu propia lista? Seguro que salen cosas que no habías pensado.
Traspasemos ahora esa lista al nivel creativo, y pongamos al menos tres microacciones que puedan aportar algo a cada aspecto básico, lo más concretas y ajustadas a tu vida cotidiana posibles.
Ejemplo: ALIMENTACIÓN CREATIVA: ¿Qué necesito yo comer metafóricamente para tener mi creatividad en forma? En mi caso: Canciones de Vivaldi y Bach, mínimo una al día. Ojear revistas y coleccionar imágenes que me inspiren, media hora a la semana. Probar una comida diferente.
SEXO Y CREATIVIDAD: ¿Qué cosas/ acciones/ etc. me producen un inmenso placer, un regocijo incluso físico y una gran paz? En mi caso, puede ser ver una película de Miyazaki, como «La princesa Mononoke» o «El castillo ambulante», una mañana entera pintando, o hacer una escultura libre de papel.
¿Continúas con tu propia lista? Si además nos contaras los resultados, sería estupendo.
Un abrazo.
Virginia Castanedo
Creatividad, Arteterapia y Educación emocional
Sesiones individuales y grupales
Te escucho en hola@elcaminocreativo.com
679 664 693
Gracias Virgi por recordarme el tema. En mi afán de ser árbol, se me olvida a veces cuidar las raíces, nutrirlas y alimentarlas como se merecen, sin descuidar ninguna de ellas. Un abrazo desde el Somontano.