Buenos días:
¡Por fin vuelvo al blog!. El martes realicé el mandala que ilustra y refresca esta entrada. Tiene algo que me impele a mirarlo constantemente, así que he pensado que mejor que aquí no va a estar en ningún sitio. Así que vamos metiendo los pies en el agua helada del post genealógico que asoma.

Desde que me enteré de mi embarazo, de que voy a tener un hijo, me estoy planteando de nuevo y de manera acuciante en los modos en los que los lazos de sangren van a influir al niño, sobre todo viniendo de una familia disfuncional como en la que he crecido. Puedes consultar entradas anteriores, como la ira en mi familia, mi abuela…
He asistido en mi vida a varias constelaciones familiares, he visto los efectos de red de arrastre del amor, de la pertenencia. Las preguntas que me asaltaban eran, por ejemplo: ¿Y si las cuestiones que hemos dejado sin resolver le influyen directamente, arrastrándole a algo más fuerte que la razón?; y, en una familia con tantos muertos (sólo le queda un abuelo vivo), ¿cómo lograr un equilibrio entre su ausencia física y su recuerdo sano?
Por suerte, la profesional que me atiende en preparación al parto natural, Feli Estévez, psicoterapeuta entre otras muchas cosas, me ha propuesto hacer una indagación familiar para que las cuestiones genealógicas estén ordenadas y seamos las personas adultas las que nos encarguemos de lo que nos toca, sin transmitírselo a la siguiente generación. Ella, desde una perspectiva más racional.
Así que ya tengo de tarea recopilar fechas de nacimiento y muerte, oficios, destinos trágicos (explicación en los siguientes párrafos), patrones repetidos… Y voy a visitar a familiares a los que hace años que no veía, a preguntarles por esas cuestiones… y para que me cuenten su vida. Una inmersión en una realidad que, por no gustarme, había estado evitando, cuando la familia es lo que es. Es verdad: tener un hijo, una hija, cambia la vida, no pensaba que en este sentido.
Me tranquilicé mucho al empezar a hacerme responsable de, al menos, poner luz a todo lo vivido, de dar nombre y honra a todas y a cada una de las personas que nos han antecedido, y que hicieron lo que pudieron con lo que tenían y con la época en la que les tocó vivir.
Y, como me dijo mi hermana Cristina, el hecho de partir del amor y de cuestionar las cosas, del querer hacerlo bien, de buscar la verdad y la realidad… ya lo cambia todo, aunque no tengamos las respuestas.
¿Cuáles son los destinos trágicos en una familia?
Muertes prematuras, o violentas, en guerra o en el parto, suicidios, «desaparecidos».
Asesinatos, crímenes, violencia sexual.
Personas que se han visto obligadas a emigrar para encontrar una vida digna.
Herencias no recibidas o injustamente repartidas.
Secretos.
…
¿Ha sucedido algo de esto en tu familia?
¿Conoces los nombres y la historia de tus bisabuelos?
¿Sabes realmente de dónde vienes?
Podéis indagar más en el blog de Jodorowsky, sección Metagenealogía.
Te iré contando, si quieres leerme (más o menos los miércoles), qué he ido averiguando.
En próximas entradas: el post final sobre Maslow, y las Emociones sustitutivas.
Un abrazo:
Virginia Castanedo
Creatividad, Arteterapia y Educación emocional
Sesiones individuales y grupales
Te escucho en hola@elcaminocreativo.com
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