Virginia Castanedo

03 de diciembre de 2017

LOS OBJETOS NOS ATAN AL PASADO

Bienhallada, bienhallado:

Hace casi un año que no escribía en el blog: había decidido abandonarlo por tener que atender a otras cuestiones vitales más importantes que he conseguido por fin resolver.

Cuando ayer decidí retomarlo por el simple placer que me daba, la alegría entró expandiéndose como el aire por mi cuerpo hasta levantarme la sonrisa. Y aquí estoy. He decidido consagrar mi tiempo libre al ocio improductivo. 

 

MIS OBJETIVOS SON VIVIR DE MANERA MÁS FÁCIL, MAS FLUIDA, MÁS AMOROSA. 

 

DESPUÉS DE TANTOS AÑOS CON UNA LISTA DE AUTO EXIGENCIAS CONSTANTE Y EXTENSA, QUE ADEMÁS SOLÍA CUMPLIR A COSTA DE AGOTAMIENTO FÍSICO, MENTAL Y EMOCIONAL, QUIERO IR LIBERÁNDOME DE LO QUE NO ME SIRVE, DE LO QUE ME ALEJA DE LA FELICIDAD.

Hemos adoptado a un gatito que me ha ayudado a comprender el zen (hablaré de ello si te parece interesante), he vuelto al monte, he decidido dar menos clases el próximo curso.

En este proceso de liberación, me percaté de que había muchos objetos en mi vida que me ataban a otras épocas y a personas dañinas. Tenía en la mano en ese momento una cucharilla de alpaca que un antiguo novio había robado de la casa de alquiler en la que vivíamos porque a mí me gustaba. Yo había elegido dejarla en la vivienda y me sentí decepcionada y confusa al recibirla. Ojalá hubiera visto en ello una señal más clara para irme en ese momento de su lado. 

Quince años después, removía la miel de brezo de mi café con esa misma cucharilla. La historia de mezquindad revivida cada día, cientos de veces, sólo por poseer ese objeto bello. La arrojé a la basura en ese instante. 

Desde entonces, reviso cada objeto de mi propiedad y pienso en si me hace feliz. He donado y regalado muchas cosas ya. Estos años de pobreza me he rodeado de trastos con recuerdos oscuros. Pocos son luminosos: el libro de «Diccionario de símbolos» de Cirlot encuadernado en rojo y azul de Siruela, obsequio de Cristina. Este es uno de los objetos que me llevaría en caso de huída, junto con mi ordenador y mi caja de acuarelas. Para mí es la encarnación del lujo, de la cultura, de la esperanza y del merecimiento.

 

Mis estanterías se van vaciando mientras crezco en comodidad. 

Otro día te cuento mi proyecto personal de reducción de residuos del contenedor amarillo, que va viento en popa.

 

 

Gracias por leerme.

Mi bendición:

Virginia Castanedo

Los objetos nos atan al pasado

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