Buenos días:

Como ha adelanté en la entrada anterior, «¿Tienes deudas?», voy a contaros cómo me arruiné y los aprendizajes que he sacado de ello. 


En mi juventud tenía la creencia de que el mundo debía favorecerme: de hecho, cuando decidí abrir mi propio negocio, una academia de dibujo, me fue muy bien. Los alumnos estaban contentos y se iban apuntando nuevos, a la vez que encontré, regalado y en un golpe de suerte, un empleo parcial de profesora de Plástica en un colegio concertado. Ganaba bastante dinero, trabajaba pocas horas y ahorraba mucho.

Fue la época en la que más pinté al óleo, porque tenía mañanas enteras por delante para hacer lo que quisiera y me consagré al arte. Escribí e ilustré mi primer libro. Comencé mi formación en Arteterapia.

Visto desde ahora, era feliz. Claro que también era joven y llena de soberbia, y decidí que me aburría. Desde siempre me ha gustado ponerme objetivos y cumplirlos: ese era el reto. No sabía todavía estar en la meseta, en la calma, apreciar lo conseguido; quería más, más emociones, más proyectos. 

Así que tomé una decisión que ahora veo como la mayor fuente de adrenalina que conozco: empezar de cero de vuelta a mi tierra. El hecho de acabar de comprar casa y local no me detuvo, sino que dio más carga al reto, más emoción. Total, desde mi Fantasía en un mundo hecho a mi medida mental, vendería rápido los inmuebles y ya está. Era el año 2007. Los pisos empezaron a bajar, las hipotecas a subir, y me encontré con que tenía deudas mensuales que doblaban mis ingresos, algo que se iba a prolongar en el tiempo porque había un desfase entre lo que yo había pagado y lo que valían las casas en ese momento, casi la mitad.


Creo que mi Hubris era tan grande que me coloqué en una situación de su mismo tamaño, para aprender la lección. Iba gastando los ahorros a marchas forzadas, hasta que me di cuenta de que lo me servía lo que había hecho hasta ahora. 

Clave 1: Perseverar en un empleo que no amas hasta que te gusta.

Encontré un trabajo de comercial, que me permitía disminuir la diferencia, e iba recitando como un mantra mentalizaciones positivas respecto al trabajo y al dinero: 


El dinero es lo que más fácilmente se materializa, estoy abierta a fuentes de ingresos habituales e inesperadas, etc.

Sufría mucho en el empleo, tanto que los primeros meses pensé cada día, varias veces, en dejarlo, en huir. Menos mal que no lo hice. A base de buscar lo positivo, y pasados los meses, me gustaba estar con los clientes, me despertaba contenta y motivada y tratando siempre de dar lo mejor de mí, de entrar en flujo en esa actividad.

Encontré recursos internos que desconocía, sólo porque me obligué a mí misma a quedarme y a disfrutar con lo que hacía. Demasiadas horas al día como para sufrir, si bien al principio lo pasé fatal porque me negaba que mi existencia era desarrollar esa labor en ese momento.
 
Además, si lograba ser capaz de encontrar lo positivo en algo que en principio detestaba, al conseguir volver a un trabajo acorde con mi deseo lo apreciaría mucho más y sería feliz de manera permanente, sin aburrirme
 

Clave 2: tu talento sirve también para otras ocupaciones.

No te etiquetes ni te limites, utiliza tus talentos para hacer lo mejor posible lo que tengas en este momento entre manos.
 

Clave 3: tu mente es libre de pensar en positivo, aún cuando tu cuerpo tenga que estar presente y más o menos encorbatado.

Recuérdalo si te haces daño a ti mismo-a quejándote.
 
De cómo cambió mi concepto del dinero hasta la tranquilidad y la abundancia, en próximas entradas, que alternaré con alguna sobre emociones, si tras este mazacote quieres saber cómo continúa la historia. Y con dibujo, que tengo ganas de coger las acuarelas.


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Para lograr tus objetivos:
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-Para definir tus Valores personales:


Próximas entradas:  perdonarse a uno-a mismo-a, la deflexión o «no querer enterarse», seguimos con la suerte, psicogenealogía, etc.

Un abrazo:

Virginia Castanedo


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