Buenos días y bienhallado, bienhallada: 

¿Qué tal en estas fechas que tanto nos mueven por dentro? Percibo en estos días una energía general que oscila entre la alegría, la resignación, la furia, la tristeza, el alivio, el odio, la desgana y las ganas de desaparecer…. Muchas emociones, pocas neutras y sostenidas. 

Porque, queramos o no, estamos en Navidad. 


Eso supone, en la mayoría de los casos, reuniones familiares. Pasar unos días o unas horas con las personas con las que quieres estar… o con aquellas que de sólo pensarlo sientes náuseas (con todas las más razonables variables intermedias, por supuesto). 

Si tienes la suerte de formar parte de una familia feliz, mi enhorabuena. Seguramente ni estarás leyendo el blog estos días, de todos modos. Hoy hablo para lo/as otros/as, para quienes no tienen tanta fortuna y sólo desean que pasen estos días. 

Primero, mi solidaridad. Nací y crecí en una familia disfuncional. 

Segundo, es una buena oportunidad para revisar tu actitud, aquello que sí depende de ti. 

Por ejemplo, ¿te reconoces en alguno de los pensamientos parásitos?

Vuelvo a traer una parte del dibujo de la entrada dedicada a las pérdidas de energía, por estar muy al hilo:


Muy navideño sería tratar de cambiar a otras personas, conectarse con energías negativas, como la queja, la ira…, querer tener la razón, querer tener el control, y, cómo no en todo lo familiar, cumplir con las expectativas ajenas… o pretender que otras personas cumplan con las nuestras. 


¿Te suenan? 

No es la navidad. Eres tu

¿Y qué pasaría si utilizaras la aceptación y el pensamiento positivo en Navidad?

 

¿Y si dejas de querer ser perfect@ y decides, por ejemplo, que sí que vas a la cena de Nochebuena pero que no asistirás a ir a la comida de Navidad porque prefieres quedarte en tu casa tranquilamente? ¿Y si dejas de querer llenar las expectativas de los/as demás y cumples con el respeto a ti mismo/a?
 
¿Y si dejas de querer que la/os demás sean como quieres tú y simplemente les aceptas como son? 
 
¿Y si dejas de querer tener la razón(aunque la tengas)? ¿Y si la última palabra la dice otra persona?
 
¿Y si tratas de recordar los buenos momentos vividos junto con aquellas personas de la familia a la que perteneces?
 
¿Y si dejas para otro día la resolución de conflictos?
 
Te invito a que trates de ver el lado positivo de tu familia, el amor que está debajo de esas reuniones, que origina la  fuerza cohesionadora para ir todos/as a un lugar común
 
Hagamos lo difícil: actuemos desde el perdón, la conciliación y el amor.
 
 
Para terminar, una bellísima poesía de Blas de Otero,



Cuanto menos aire, más.
Cuanto más sediento, más.
 
Ni más mi menos. Más.
 
Podrá faltarme el aire, 
el agua, 
el pan,
sé que me faltarán.
 
El aire, que no es de nadie.
El agua, que es del sediento.
El pan. Sé que me faltarán.
 
La fe, jamás.
 
 
Blas de Otero.

Mi bendición:

Virginia Castanedo


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