Buenos días:


Lo primero de todo, bienvenido a Victor M. González como primer nuevo lector del año, y gracias a los/as veteranos/as y a Lorenzo Antonio por nombrarnos en la página Educreativa de Murcia. De corazón.

Hoy publico sin ilustración, para no retrasar más la fecha. Vamos allá.


Como decíamos en la anterior entrada, Desenfadarse, es fundamental, en primer lugar, descargarnos de la energía sobrante, antes de poder llegar a un acuerdo con la persona con la que hemos entrado en conflicto.

1. Expresión del efecto del conflicto en tu interior.

¿Qué sientes al estar enfadado/a?  
Habla de tus sentimientos sobre la acción que la otra persona ha realizado. Es decir, en vez de decir «Ya estás otra vez con lo de siempre«, puedes comenzar con un: «me siento herido/a y ninguneado/a cuando tú actúas así porque siento que no me tienes en cuenta«. Es importante no echar balones fuera (como en el mecanismo neurótico gestáltico de la Proyección).  


Además, al hablar de lo que tú sientes cuando alguien actúa, estás cargando en ti y sólo en ti la responsabilidad de tus emociones, no acusando al otro/a.

Porque si señalas, juzgas y condenas, la conversación se convierte en un partido de tenis: te devuelven la pelota con el «y tú más».

Y tú, ¿quieres llegar a la paz? Es importante que alguien de el primer paso a la reconciliación. Y como no está en tu mano lo que los/as demás hagan, tienes la pelota en tu campo.
 

2. Haz una propuesta para reparar el daño. 

Verbaliza con claridad qué te gustaría que hiciera la otra persona para sentirte bien para resolver el conflicto.

Salvo que conozcas a algún telépata, no podemos adivinar lo que necesitas, sobre todo si ya ha habido un malentendido. Usa palabras sencillas. Por ejemplo: 
«Me gustaría que entendieras que me siento poca cosa cuando actúas así y que me pidieras disculpas». O «me vale con que no vuelvas a hacer eso«. O lo que sea que necesites.


Y ten en cuenta que el otro/a tiene también derecho a expresar su parte, sus necesidades y su punto de vista. 


Escucha, discúlpate y repara tú también.


3. Elimina el deseo de vengarte o de herir al otro.

¿Quieres llegar a un acuerdo? Necesitas desear poner paz. Si seguimos con el ejemplo del partido de tenis, éste puede llegar a eternizarse, o conseguir una victoria pírrica


Si perseveras en el rencor, llegar al odio, con sus consecuencias demoledoras para ti, ya que actúa como un cáncer emocional. Puedes consultar la entrada «Efectos del odio en cuerpo, mente y emociones».

4. Autoafirmación: soy más grande que este conflicto. 


¿Vas a dejar que un enfado tome al asalto tus emociones y las use de campo de batalla hasta el agotamiento? Busca en tu interior tu parte generosa, la que te engrandece,  y perdona. Encuentra el amor en tu interior. Compadece al malvado/a, que está probablemente en un escalón evolutivo inferior. 





Próximas entradas: La utilidad del enfado, a sugerencia de Nagore; los juicios y prejuicios, alguna técnica creativa, meditación hoponopono y más cosas que vayan surgiendo.

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Un abrazo:

Virginia Castanedo


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