Buenos días y bienhallada, bienhallado:
 
 Para seguir en la línea temporalmente decadente, os presento, sonriendo, la que ya es de manera oficial la «Peor foto del blog«: la he sacado ahora mismo, con flash (el horror si quieres lograr cualquier textura del color y de la luz, y no una plasta uniforme y aséptica como ves). Eso sí, sirve para enlazar con el tema de hoy:

La economía solidaria, o cómo hacer que tu dinero genere prosperidad:

Entre personas como tú y como yo, por supuesto. Porque, si voy a un centro comercial, si compro a una gran empresa multinacional, estoy  fomentando que todo sea cada vez más barato: los productos, claro, y también los sueldos, los derechos laborales y hasta los derechos humanos. 
 
Y porque creo que sí que tengo mucho que decir con mi dinero y con mi actitud…
 

1. Procuro adquirir productos de la región:

Como las legumbres de la imagen, certificados con el Euskal Baserri (para las personas que me leéis desde cualquier otra parte del mundo, sería «Caserío vasco»). Envasadas además en una bolsa que luego se puede utilizar para guardar, por ejemplo, pasta, otros alimentos secos, etc.  ¿Realmente tienen que cruzar los océanos unas alubias para que las compremos baratas aquí? ¿Cuál es el coste ecológico? 
Y digo la tendencia, no la norma,  porque, por ejemplo, la carne de ternera certificada vasca (o de cualquier lugar donde viváis), alimentada con pastos y paseada, se sale de mi presupuesto.
 

2. Por eso procuro comprar al comercio local

Son personas que se han atrevido a poner su propio negocio, y que pagan impuestos aquí, en mi ciudad, y a la vez usuari@s de lo que tú puedes ofrecer. Como mi frutera de ojos verdes y profundos, que siempre tiene un gesto dulce con cada cliente. O mi añorada quiosquera de Bilbao… la sigo siendo fiel comprando cada día en un sitio diferente desde que me he mudado y está a media hora de viaje.
 

3. Por eso procuro comprar comercio justo:

 
Para productos que no producimos aquí, como café.
 

4. Por eso procuro reutilizar las cosas, y comprar de segunda mano:

Esto me viene de la infancia: éramos de familia numerosa y en casa había muy poco dinero y, para compensar, mucho talento, algo que no viene al caso, pero que tenía necesidad de expresar. Creo que no me compré mi primera prenda de vestir  hasta pasados los veinte, ya que mi madre cosía y todo el mundo, conociendo nuestra situación, nos daba la ropa que daba de baja. Así que nos pasamos la adolescencia vestid@s siempre como de otra época, de otra edad. 
 
Luego, al cursar Bellas Artes, veía cómo la gente se abalanzaban a los rastros a por ropa de los años 70, y me reía.
 
Ahora, el compromiso personal no viene de la necesidad, sino de la elección. Me gusta la ropa de segunda mano, dar nueva vida a algo que iba a acabar en el vertedero.
 
Ejemplo de economía solidaria en ropa de segunda mano en:

5. Y sobre todo, por eso procuro comprar cada vez menos. Con conciencia.

Porque quiero que esta época me sirva para replantearme mi modelo económico personal y llegar a uno más equitativo para todos los seres humanos.
 
¿Y tú, compras con conciencia?
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Un abrazo:

Virginia Castanedo

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