Buenos días y bienhallada, bienhallado de nuevo:
Por el norte parece que noviembre se expresa, en sus últimos coletazos, con una temperatura heladora. Lo compensa con un sol frío maravilloso.
Estaba yo esta mañana trabajando en un ejercicio del Máster de Creatividad que estoy cursando, y me ha salido una frase absurda que ha tocado varias de mis teclas:
Quiero cultivar el desierto con lechugas.
Y me he visto a mí misma, a lo largo de mi vida, realizando acciones absurdas equivalentes, me he dado cuenta de la relación que tenía con otra de las entradas de este mes, la de los Sueños estériles y los Sueños fértiles, y he pensado en compartir la ilustración y varias cuestiones y confesiones, para que cada una reflexione sobre su existencia si así lo desea. Estoy improvisando según escribo la entrada, espero que disculpéis que haya más interrogaciones y menos elaboración. Claro que también es posible que lo agradezcáis 😉
Vamos allá, hagamos un esfuerzo por buscar metáforas:
¿Qué tengo yo de plantadora de lechugas en el desierto? O, lo que es lo mismo, cómo en muchas ocasiones nos frustramos porque nos hemos empeñado en algo que no funciona, sin ver nuevos caminos. La consecuencia es que nos agotamos, no conseguimos nada y pensamos que el sueño es irrealizable, sin darnos la oportunidad de buscar nuevas vías para conseguirlo. Convertimos nuestro sueño en estéril.
Os invito a buscar ejemplos concretos de nuestra vida en todas las cuestiones que vayan saliendo.
Análisis desglosado: ¿Qué hago, qué me empeño en hacer, que supone un desgaste de recursos para no conseguir nada?
(Lo mismo que querer un cultivo de regadío en medio de la nada). Por ejemplo, mantener una oficina antes de tener clientes suficientes, con lo que agoto mis recursos económicos, tengo que cerrarla, abandono: ya es un sueño estéril. Otro ejemplo: me diversifico tanto que no me centro en nada, no termino ninguna obra, por lo tanto no puedo buscar agente artístico, ni literario… y ya tengo otro sueño estéril.
¿Qué podría ser en mi vida como regar sobre la arena? Por ejemplo, contar mis planes a personas negativas, y sentir que me traiciono a mí misma porque noto que arranco de cuajo el brote y la posibilidad
¿Cómo puedo adaptarme al medio? Piensa en qué has hecho que ha funcionado hasta ahora. ¿Cómo conseguiste vender ese cuadro? ¿Qué hiciste? ¿Cómo puedes seguir por ahí?
¿Qué sería para mí decidir plantar cactus en el desierto, o trasladarme? ¿Cambia mi sueño y mi misión dejar las lechugas y pasarme a los cactus?
Algo que funciona es preguntar a otras personas, a otr@s artistas que sí han conseguido sus sueños, cómo lo han hecho. Hay un acuerdo tácito cuando alguien hace las preguntas correctas, las que abren puertas y secretos, para contestarlas. Sólo que para ello es necesario plantearlas, y para ello, haber comenzado ya a recorrer el camino, buscando vías y cuestionándotelo todo, buscando siempre más allá, un próximo recoveco, una pista que antes hemos pasado por alto.
Ánimo, cultivadoras.
Quiero amar el hecho de perder, de fracasar, de dilapidar, de regalar, amar mi tristeza, mi furia, el vacío, la alienación, lo que no es ni será, mi insatisfacción… para poder amar la otra polaridad, la más agradable. Aceptar la realidad completa.
Un abrazo.
Virginia Castanedo
Creatividad, Arteterapia y Educación emocional
Sesiones individuales y grupales
Te escucho en hola@elcaminocreativo.com
679 664 693
Lo importante es comenzar a andar, y ojo, terminar lo que se hace, a mi me pasaba más de lo mismo con la pintura, nunca veía un cuadro mío terminado por ser feroz auto-crítico, pero luego me di cuenta de que lo que realmente temía era la crítica de los demás. Así que empecé a terminar cuadros quedaran como quedaran y gustaran o no gustaran. Al final mi gozo está en que pinto para mi y los acabo. No te demores en sembrar las lechugas en el desierto eh? Me gusta tu blog. Te sigo. Saludos.