Buenos días:


Hoy continuamos con varias cosas que se me quedaron en el tintero tras escribir la entrada anterior, No defenderte no es lo mismo que estar indefenso: la indefensión y pequeñas maneras de ser agresivos-as en nuestro día a día (y su transformación).


El sabio Deepak Chopra habla, en su magnífico libro «Las siete leyes espirituales del éxito«, de la Indefensión, dentro del capítulo 4: «La ley del mínimo esfuerzo«. Se trata de dejar de defender tu propio punto de vista, dejar de convencer a los-as demás. 

¿Te has fijado en cuántas ocasiones al cabo del día intentas que alguien se una a tu manera de pensar? 
¿Lo percibes en los-as demás? 
¿Cómo te sientes cuando alguien trata de imponerte su idea? 
¿Y cuando no aceptan la tuya?

Depende de tu carácter más o menos expansivo y de tu nivel de estrés en esta época de tu vida, el desgaste será imperceptible, apenas molesto o demoledor. Personalmente, reconozco que me he pasado muchos años luchando contra corriente y oponiéndome por sistema a casi todo; el resultado es que estaba en constante pelea contra el mundo y conmigo misma. (Continúo con mi proceso, todavía me queda mucho camino).

En el momento en el que comienzas a llevar a tu parte consciente esta actitud, puedes llegar a variar lo que no te guste de ella. Es el primer paso para desautomatizarla.

Y si utilizas esa energía gastada en convencer en otras actividades, pronto te darás cuenta de que tienes muchísimas más reservas de las que creías, así como un estado anímico de paz, que predispone a enfocarte en el bien, en lo positivo.
 

Además, los seres humanos notamos el estado anímico de las personas con las que nos relacionamos. ¿Desde dónde hablas a los-as demás? ¿Desde el corazón, desde el amor, desde el desprecio, desde la indiferencia? 

 
Algo en nuestro interior nos advierte de si somos o no bien recibidos cuando estamos con alguien, por muchas convenciones sociales y máscaras de amabilidad podamos poner.



Fíjate en tus pequeños gestos diarios, en si miras a los-as demás por encima del hombro, si te crees más grande o mejor, si te subes a tu ego, si utilizas la mirada láser de desprecio… luego no proyectes y digas que «la gente no me aprecia», «no se puede contar con nadie«, etc.

Si, en cambio, procuras mirar más a los ojos, a la profundidad, si sonríes, si realizas pequeños gestos de acercamiento, si dejas que tu corazón se abra, conseguirás poco a poco cambios positivos muy significativos. 

Puedes probar a elegir un detalle y a incorporarlo a tu vida diaria durante 21 días, para poder convertirlo en costumbre y evaluar los resultados.

Virginia Castanedo


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