Buenas tardes de octubre:
¿Qué tal estáis allá donde os encontráis? Espero que fenomenal… y abrigadas.
Estos días he cerrado por fin un tema legal prolongado que me estaba consumiendo la tranquilidad, mis emociones, mi tiempo… y final y felizmente, colorín colorado.
Por fin estaba dispuesta a volver a entregarme en cuerpo y alma y emociones al azul ultramar, a los pinceles… Y me encontré con que la capa de palabras y de pensamientos que había tejido era tan tupida que me impedía moverme, disfrutar del tiempo libre, de las tensiones resueltas.
¿Y cómo hacerlo? Nos vale la definición literal informática: ponemos a salvo toda la información que merezca la pena, y borramos y volvemos a empezar, fresc@s como una lechuga… si fuéramos máquinas, claro.
No es fácil salir de un estado emocional como la ira o la ansiedad, y menos si han sido alimentados a lo largo del tiempo.
¿Por dónde empezar en un domingo soleado si la inercia de los pensamientos volvía constantemente, si han echado raíces porque yo les he abonado?
Por suerte, meditando, cayó como una hoja entre mis manos esta idea: «reformatear mi mente«.
Mi sentido común me ha recetado: revisión gozosa de diarios, para volver a los orígenes soleados, al núcleo de mi motivación.
Buenos alimentos, buenas personas, buenos pensamientos.
Aceptar que es un PROCESO, y como tal, lento. Comprometerme con el autocuidado.
Divertirme, hacer cosas nuevas.
Y a ti, ¿te gustaría reformatearte? ¿Qué información salvarías?
Un abrazo.
Virginia Castanedo
Creatividad, Arteterapia y Educación emocional
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Te escucho en hola@elcaminocreativo.com
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