Buenos días y bienhallad@.

Hoy vamos a hacer una primera aproximación a la diferencia que supone utilizar unas palabras u otras, ya que, a través del lenguaje es como definimos el mundo.

¿Realmente crees que viven en la misma ciudad una persona que la califica, por ejemplo, de «peligrosa» a otra que la define como «verde y amable«? Comparten lugar físico y pasean por las mismas calles, si bien cada una percibe lo que su criba mental permite pasar, lo que está entrenada a ver.

¿Cuánto podemos cambiar si elegimos las palabras con las que definimos lo que nos sucede, si enfocamos nuestra atención a lo positivo?

Y si nos acercamos al tema humano, ¿qué palabras son las que más empleas para definir a las personas que te rodean? ¿A tus seres queridos, a colegas, vecin@s, personas a las que es poco probable que vuelvas a ver?

He hecho un gráfico de mi visión, que me vino a la cabeza un día en el que estaba en el metro, atestado de gente, y empecé a incomodarme, agobiada: éramos una masa vibrante, cabreada, estresada, empujábamos, olíamos a diversos aromas no todos agradables, no dejábamos salir ni moverse, lanzándonos y devolviéndonos miradas aviesas… Y me di cuenta de que yo también era parte sintiente de ese magma humano, de que molestaba igual que l@s demás a mí, y con eso me fui relajando y mirando con otros ojos a cada un@: todos los seres humanos tenemos una historia, sentimientos, familia, disgustos, alegrías…

Me ayuda imaginarme su vida, el por qué de su estado anímico presente, qué les ha pasado, etc.

Pasamos de ser gente (impersonal, plural), a ser personas.

A veces, incluso, llegamos a saber su nombre y nos convertimos en amig@s, o en alguien con quien compartir nuestra vida. Tratar a cada persona como el ser sagrado que es, mirar a los ojos, preguntar su nombre.

Otra parcela a tener en cuenta son las personas que no nos gustan, a las que tenemos manía. También cambia nuestra energía cuando nos relacionamos con alguien de quien, en privado, hablamos con indiferencia, despectivamente o con odio. Sobre todo cuando utilizamos un circunloquio para referirnos a ell@s, para evitar decir su nombre.
Nuestros nombres propios nos hacen personas únicas en el mundo: al negarnos a utilizarlo para referirnos a alguien, estamos sellando un pacto de no respeto. Y la persona que está delante lo nota , igual que nosotr@s nos percatamos cuando no somos bien recibid@s o caemos mal a alguien.
Una sugerencia que suelo hacer y que provoca ciertas reticencias cuando la propongo: es el reto de buscar algo positivo en todo el mundo, especialmente en esa persona a la que detestas. (Puede ser un exiguo «viste bien«, se trata de que vuelvan a las casillas amarillas). Si te atreves a probarlo, notarás una sutil diferencia en positivo respecto a esa persona, cómo puede llegar a cambiar la relación, cómo disminuye la inquina hacia ella. Si quieres, claro. Tal vez prefieras quedarte en la situación tal y como es, a riesgo de no crecer.


Mi bendición:


Virginia Castanedo


Creatividad y Educación emocional 
Sesiones individuales y grupales
sendarte.arteterapia@gmail.com
679 664 693- 946 022 836
Canal de Youtube: http://www.youtube.com/user/VirginiaCastanedoE?feature=mhee