Buenos días:
¿Has respondido ya al título? ¿Consideras que tienes buena suerte o al contrario, que la fortuna siempre se olvida de ti?
Los diccionarios hablan de hechos que suceden por casualidad o azar. Esto describe tan sólo una parte del proceso, que se completa con la actitud y las creencias de la persona a la que le sucede el acontecimiento. Veamos qué quiero decir.
Lo principal es abrirte a la posibilidad de que el universo es amable y puede favorecerte.
Sea cual sea tu creencia sobre el mundo, vas a encontrar aquello que lo corrobore. Por tanto, si estás convencido-a de que la buena suerte es una cuestión de algunas personas concretas, o que no es posible atraerla, o que tienes mala suerte, así será el eco que obtengas.
Puedes empezar haciendo un listado de aquellas situaciones en las que has tenido un golpe de fortuna a lo largo de tu vida. Cosas cotidianas, como aquel día en el que todo parecía estar sincronizado y fluido, o el cómo te encontraste aquella fecha en un lugar que no estaba previsto y conociste a tu pareja o…
Cuando empiezas a fijarte en lo que sí funciona, enfocas tu mente y tu corazón en un lugar desde el que es más fácil que encuentres la buena suerte.
Es por eso muy importante agradecer lo que sí que tienes, constantemente, como rutina. Gracias por el frescor del día de otoño, gracias por el café de la mañana, por mi hijo-a, etc.
Veamos ahora la importancia de la actitud con el dibujo de la entrada: un laberinto con puertas casi iguales de las que no tienes ninguna referencia de adónde llevan. (Lo mismo que en la vida, que no sabemos con qué nos va a sorprender en este día o en esta etapa vital). ¿Tú qué harías? ¿Te reconoces en alguna de esas actitudes?
1. Hay personas que no se plantean siquiera intentar abrir la puerta, y se quedan en su zona de seguridad. Por ejemplo, aquellas que no se presentan siquiera al examen final, anulando así toda posibilidad de aprobar. «¡Qué mala suerte tengo!», exclaman, cuando se les ha pasado la fecha de entrega de una documentación, una beca…
2. Puedes intentar conseguir una llave. Piensas, «¿Cómo abrir? ¿De dónde la saco?«. Y acabar dejándolo por imposible tras desmoralizarte. Esto sucede sobre todo en personas que quieren tener todo controlado y ven una única salida. No te aferres a una solución, busca otras.
3. Si aplicamos la creatividad, se abren muchas posibilidades: lo que quiero es pasar al otro lado del muro, ¿verdad? Entonces puedo utilizar una escalera, un helicóptero (y tal vez hacer un mapa aéreo del laberinto), pedir a otra persona que me aúpe, usar una cuerda, acumular sacos para escalarlos, fabricarme una mochila-hélice, llamar a un cerrajero, tirar la puerta abajo, etc.
De lo que se trata es de tomarte lo que sucede como un reto, mejor si es divertido.
4. Otras personas: la sinergia. Si consigues que lo que te beneficia a ti favorezca también a otra persona, será más rápido y fácil conseguir cualquier cosa. Por ejemplo, el manojo de llaves de la ilustración. También puedes preguntar a quienes ya han logrado lo que deseas cómo lo han hecho: te sorprenderá lo dispuesta que está la gente feliz y afortunada a contar sus logros y sus secretos. Tal vez porque están convencidas de vivir en un universo abundante.
Y más preguntas relacionadas: ¿Cuántas llaves tienes? (Es decir, ¿a cuántas personas puedes pedir ayuda?) ¿A cuántas has dado tu llave o estarías dispuesto-a a entregársela?
5. Mantén la fe: porque la puerta no se abrirá hasta que llegue el momento preciso, que por lo general suele retrasarse respecto a tus deseos. Todo llega.
Los siguientes posts: cómo elaborar un plan de acción, escaleras especiales y otras cosas que vayan apareciendo.
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Un abrazo:
Virginia Castanedo
Creatividad, Arteterapia y Educación emocional
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