Buenos días:


Ya volvemos, y con un tema que no había tocado hasta ahora de manera directa: las relaciones de pareja. Me ha sorprendido que así sea, así que habrá más entradas sobre el mismo.


En las relaciones de pareja, como al navegar, es necesario estar pendiente de los cambios de tiempo, pertrecharnos para la travesía, decidir si queremos llegar a algún sitio concreto o vagar por alta mar o por la costa, trabajar en común… 


El viaje en compañía puede ser maravilloso o una tortura, y depende de muchos factores, de las expectativas creadas, de tu manera de pensar y de actuar...
En todo caso, supone un compañero/a de aprendizaje elegido. 

1. Las expectativas determinan la calidad de vida de una pareja.

¿Qué esperas de la persona con la que compartes tu vida? ¿Se corresponde con la realidad o con lo que «quisieras que fuera«? ¿Consideras que «va a cambiar» y esperas mientras llega ese momento? ¿Le quieres tal y como es, con sus luces y sus sombras?
 

2. Cómo hablar para entenderse.

A veces damos por hecho que la otra persona va a adivinar lo que queremos, porque «es evidente«, o «ya lo sabe«. ¿Realmente es así? ¿Tiene poderes paranormales y lee la mente? 
Puedes comenzar por expresado con claridad lo que deseas, y es importante llegar a un acuerdo en el que ambos/as estéis satisfechos/as. Escuché a Covey en una conferencia que él utilizaba un objeto que tomaba en sus manos la persona que hablaba, y que no cedía al otro hasta que se sentía totalmente comprendido/a. 

3. Habla desde el amor. Espera a que se te pase el enfado, el rencor.

Cuando seas capaz de mirar en el interior de los ojos, en el alma, cuando reconozcas que todas las personas cometemos errores, que le quieres, entonces busca el acuerdo y la conversación. 

Si nos dejamos dominar por la ira, pueden llegar consecuencias desastrosas, abrir heridas, romper los vasos de cristal del ego que no podrán volver a pegarse. 


Elvira Gutiérrez, mi maestra, hablaba de dejar la mente y permitirnos el calor del abrazo de la persona amada, porque con el contacto se resolverían muchas cuestiones cotidianas, barreras mentales.

4. Tu actitud amplifica o reduce los problemas.

¿Cuánto hay tuyo en esto de lo que acusas a tu pareja? ¿Cuál es tu momento vital actual? ¿Eres feliz? 
Si tu estado anímico es bajo, destacarán las sombras sobre las luces. 

5. ¿El tema a resolver es de tu pareja o heredado de tu familia? 

No me resisto a poner este quinto punto, en el que invito a la reflexión. En muchas ocasiones, atribuimos a nuestro cónyuge cuestiones que puede tener o que tiene para mejorar, reforzadas por carencias afectivas de la infancia, o introyectos sobre lo que es una relación amorosa, un hombre, una mujer, etc.
¿Cómo era la relación de tus padres? ¿Puedes encontrar similitudes signiticativas con la tuya? ¿Qué echaba en cara tu madre a tu padre? ¿Y viceversa? ¿Son las mismas cosas que os decís ahora vosotros/as? ¿Fueron/son felices? En Psicogenealogía se comenta que, por fidelidad a la familia, no nos permitimos ser más dichosos/as de lo que lo fueron en la generación anterior. ¿Cómo está el listón de la felicidad en tu familia? 


Para terminar, una cita de Josorowsky: si tu pareja te ofende, haz algo que la duela, pero siempre un poco menos. Si tu pareja hace algo con amor, haz algo para recompensarla, pero siempre pon un poco más de cariño del que has recibido.

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Un abrazo:

Virginia Castanedo


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