Buenos días y bienhallada, bienhallado?:
¿Qué tal allá donde estás? Espero que fenomenal.
Hoy es fiesta en Euskadi, y yo he aprovechado para dejarme dormir: unas diez horas balsámicas. En épocas en la que tengo la energía justa, como es la actual, me permito no poner el despertador, y es mi cuerpo el que decide hasta cuándo. Podemos hablar en otras entradas de las horas del día, y de los seres matutinos, vespertinos o nocturnos. ¿Cuál serías tú? Conocernos para aumentar la energía y el reparto de ésta, para que la vida nos cunda más en aquello que nos importa, trabajando a favor de lo que nos sucede.
De fondo, Valses, de Chopin, interpretados por Idil Biret. (Primera audición por mi parte, sólo conocía los sublimes Nocturnos).
Bueno, vamos allá.
Qué es la zona de comodidad
Aquella en la que nos encontramos a gusto, como en pijama en casa en un día de invierno. Es algo estupendo, siempre y cuando nos preparemos para salir a la calle cuando corresponda. ¿Y si te pasaras un año en pijama y zapatillas, cómo estarías al terminarlo?
A veces, nos encontramos tan cómodos-as que nos gustaría que esa situación, como algunos veranos, durara para siempre. En ocasiones, además, disfrutamos de ello durante años y vivimos con la ilusión de que seguirá siendo así.
Pero la vida es cíclica, y cambiante, y las cosas suceden, se transforman, evolucionan, caen al precipicio, se levantan… Por ejemplo, con un despido, una divorcio, una enfermedad…
De repente nos encontramos con que tenemos que pertrecharnos y volver al camino. Estamos oxidados-as, entumecidos-as, no encontramos las botas ni la mochila ni el mapa, y además tenemos montones de cosas que nos sirven para el refugio en el que hemos vivido, y que ahora sólo nos lastran.
Y el miedo: a qué pasará, a qué vendrá, a si seré capaz, a si volveré a encontrar otro refugio como este.
Como vemos en la ilustración, una metáfora de lo que hemos hablado: empezando por abajo, pasamos de la autopista asfaltada a tener que dejar el coche y elegir uno de las sendas, que no sabemos adónde nos llevará.
Y ya no podremos volver a la misma situación que antes (por ejemplo, con un empleo similar), porque, probablemente, ya no seremos los-as mismos-as. Vivir nos va transformando, nos vamos moldeando, y es necesario que así sea. Sin retos, sin deseos de superarnos, sin tratar de aprender y de ser mejores personas, ¿qué nos queda?

Además, muchas veces nos cegamos con lo que nos sucede ahora mismo: en el primer dibujo, he puesto la escala de 0,5 centímetros equivalente a un mes.
¿Qué pasa si la cambiamos, en lugar de treinta días, que sea un año?
Si eres capaz de imaginarte (te invito a que lo dibujes) tu existencia entera como un mapa, ¿dónde estaría esta situación que vives ahora? ¿Sería importante o algo que se pierde con el transcurrir de los años?
Esto nos sirve para relativizar las cosas, ponerlas en su justa medida.

Porque a lo largo de los años hemos pasado por caminos cortados, nos hemos perdido en laberintos emocionales o mentales, hemos errado, hemos vuelto al camino, hemos disfrutado, nos hemos enfrentado al vértigo de empezar de cero…
¿Qué cualidades utilizaste, a lo largo de los hitos de tu vida, para salir adelante?
¿La perserverancia, el arrojo, el amor, la paciencia…?
Eso es lo que tienes y lo que te llevas, para seguir caminando y viviendo.
Un abrazo.
Virginia Castanedo
Creatividad, Arteterapia y Educación emocional
Sesiones individuales y grupales
Te escucho en hola@elcaminocreativo.com
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